Zagreb

Plaza Ban Josip Jelačić
Plaza Ban Josip Jelačić

Zagreb, capital de Croacia desde 1991 —año de su independencia de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, o simplemente Yugoslavia—, se presenta ante nosotros como una ciudad moderna que ha dejado atrás su aciago siglo XX en el que sufrió numerosas guerras, perteneció a cinco países distintos —Imperio austrohúngaro, Reino de Yugoslavia, Estado Independiente de Croacia, República Federativa Socialista de Yugoslavia, República de Croacia, además de algún otro de transición—, fue ocupada por los fascistas en la Segunda Guerra Mundial y sufrió dos dictaduras —Pavelić y Tito—.

Actualmente, concentra casi el 19% de la población de Croacia y es un destino tanto cultural —sus museos cuentan con más de 3.600.000 objetos— como de ocio —hay más de 4.500 cafeterías y restaurantes, ¡uno por cada 175 habitantes!—.

Pasear por las calles de la ciudad antigua, Gradec y Kaptol, es una delicia. Es una ciudad que se presta a andar, pero no podemos dejar pasar la oportunidad de tomar uno de sus antiguos tranvías y admirarla con algo más de velocidad.

Breve historia de Zagreb

Ban Josip Jelačić en Zagreb
Ban Josip Jelačić

Hasta el año 1851, Zagreb no fue Zagreb, sino dos pueblos vecinos separados por el arroyo Medveščak —donde hoy está la actual calle Tkalčićeva—: Gradec y Kaptol. Ambas ciudades se fusionaron por orden del ban Josip Jelačić, tomando el nombre de la arquidiócesis de Zagreb, fundada en 1094.

La unificación administrativa de Gradec y Kaptol impulsó un mayor desarrollo, con la inauguración de la primera línea ferroviaria en 1862 y el establecimiento del suministro público de agua en 1878. Un terremoto en 1880 devastó muchas construcciones históricas, pero también promovió una intensa modernización urbana. La población se multiplicó por diez en el siglo XIX, expandiéndose la ciudad en todas direcciones.

Entre 1917 y 1925 se abrieron numerosas facultades y escuelas superiores, y en 1926 se inauguró la primera emisora de radio de la región. Tras la Segunda Guerra Mundial, la industrialización fomentó un crecimiento demográfico y la expansión hacia la margen derecha del río Sava. Con la independencia de Croacia en 1991, Zagreb se convirtió en la capital y la ciudad más grande del país.

Un paseo por Zagreb

Como ya se ha comentado, la ciudad se presta a andar. Se puede llegar a los principales puntos de interés dando un plácido paseo; con alguna cuesta, eso sí. Podemos dividir nuestro paseo en Gradec y Kaptol.

Kaptol

Mercado de Dolac
Mercado de Dolac

La plaza Ban Josip Jelačić —héroe nacional— es el punto neurálgico de la ciudad. Es una plaza enorme, punto de encuentro de los agramitas —gentilicio de los habitantes de Zagreb— y nudo importante de los tranvías. En ella encontrarás bancos, tiendas, panaderías —las hay muy buenas por toda la ciudad—, restaurantes, la oficina de información turística y, por supuesto, tranvías. Esta plaza también es punto de encuentro habitual para los distintos tours turísticos —los mal llamados free tours, deberías ser algo así como tip tours, ya que están basados, muy legítimamente, en propinas— a pie que hay.

Al otro lado de la plaza Ban Josip Jelačić, en dirección norte atravesando el edificio detrás de la estatua del Ban Josip Jelačić, llegamos al famoso mercado de Dolac. Se trata del mercado más grande de Croacia y está dividido en dos partes: la parte cubierta y la parte al aire libre. La parte más llamativa es, sin duda, la parte al aire libre. Decenas —tal vez casi más de cien— de mesas de madera con sombrillas rojas y blancas inundan el lugar. En Dolac puedes comprar prácticamente cualquier producto fresco.

Abandonando el mercado de Dolac por el lado derecho —viniendo de la plaza Ban Josip Jelačić—, llegamos a la catedral de Zagreb. Debido a los terremotos de los últimos años, actualmente —mayo de 2024— se encuentra en obras. Las dos puntas de las dos torres están totalmente destruidas y, al parecer, el interior también está dañado, por lo que no se permite la entrada. Aun así, podemos admirar por fuera al que es el edificio más alto de Croacia; bueno, lo volverá a ser cuando recupere sus puntas.

Por cierto, los efectos de los terremotos aún son visibles en algunas fachadas, no hay que confundirlos con destrozos de la guerra que esos, por suerte, ya estaban arreglados.

Gradec

Plaza de San Marcos de Zagreb
Funicular

Atravesando la calle Tkalčićeva, cruzamos a Gradec. No queda más remedio que subir alguna pequeña cuesta, pero, sin duda, merece la pena.

Para acceder a Gradec tenemos que atravesar la llamada Puerta de Piedra. Esta es la única puerta que se conserva de todas las que hubo en el antiguo pueblo de Gradec y, además, tiene sorpresa. Cuentan que en el incendio de 1731, milagrosamente, lo único que se salvó fue una imagen de la Virgen María. Poco tardaron en instalar allí mismo una pequeña capilla —que sigue allí a día de hoy— para que los creyentes fueran a rezar allí donde se había producido el supuesto milagro.

Atravesando la Puerta de Piedra y continuando con la cuesta, llegamos a la plaza de San Marcos y, por suerte para muchos, al final de la subida. En esta plaza encontramos varios puntos interesantes: la iglesia de San Marcos —famosa por su colorido tejado—, el parlamento croata y el tribunal constitucional de Croacia. En esta plaza también se encontraba la residencia oficial del presidente de Croacia cuando fue bombardeada —bombardeo del Banski dvori— el 7 de octubre de 1991 por las fuerzas aéreas yugoslavas durante el proceso de independencia de Croacia.

Funicular de Zagreb
Funicular

Iniciando el descenso desde la plaza de San Marcos, llevamos a uno de los símbolos de Zagreb: la torre Lotrščak. Esta torre es uno de los ejemplos mejor conservados del antiguo sistema defensivo de Gradec y, como aliciente turístico, todos los días a las 12:00 se dispara un cañón —cañón de Grič— desde una de las ventanas. Si vas a verlo, ten en cuenta que el estruendo llega a los 130 dB, siendo 120 dB el denominado «umbral de dolor».

Justo enfrente de la torre Lotrščak encontramos el último punto de nuestro paseo: el funicular de Zagreb. En palabras de los propios agramitas, se trata del funicular más inútil del mundo. Fundado en 1890, está considerado el funicular más pequeño del mundo y une la ciudad alta con la baja y viceversa. Tiene una frecuencia de 10 minutos, cuesta algo más de sesenta céntimos de Euro y tarda en 64 metros en hacer un recorrido de 66 metros. Teniendo en cuenta el tiempo de espera, se tarda menos subiendo a pie.

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