26 de septiembre de 2023. Hoy ha sido nuestro primer día entero en Nueva Zelanda y lo hemos dedicado íntegramente a visitar Te Puia, un centro geotermal y cultural mahorí en el valle de Te Whakarewarewa, en mitad de la isla norte.
Tras un sueño reparador, hemos madrugado —muy a nuestro pesar pero había mucha carretera por delante—, hemos desayunado —lo poco que pudimos comprar anoche en una pequeña tienda de conveniencia—, nos hemos preparado y nos hemos ido a por el coche.
Cuando hemos ido a por el coche, hemos constatado que aquí también comienza la jornada laboral muy pronto. No eran ni las siete y media de la mañana y ya estaba todo el mundo trabajando. Donde ayer por la noche solo había plazas de aparcamiento vacías, ahora estaba todo lleno de coches.
Camino a Te Puia
Para llegar hasta Te Puia hemos tenido casi tres horas de coche —230 kilómetros—. Los hemos hecho del tirón para poder llegar cuanto antes por si había mucha gente —ilusos, estaba casi vacío—.
La mitad del camino ha sido por autopista. Al salir de Auckland ha habido bastante tráfico —era hora punta— pero conforme nos hemos ido alejando de la ciudad el tráfico se ha ido calmando.
Más o menos a la altura de la ciudad de Hamilton, la autopista se convierte en lo que llamaríamos una carretera nacional. Parte mala: es algo más lento y más inseguro. Parte buena, los paisajes han ido mejorando hasta estar rodeados de naturaleza y ganado por todas partes —se podría comparar a paisajes como los de Escocia o Islandia—.
Solo recuerdo un lugar donde haya visto que se conduzca mejor o, al menos, igual: Canadá. Estos países dan gusto. A diferencia de España, aquí la gente conduce tranquilamente. Si tú vas respetando los límites de velocidad, nadie, absolutamente nadie, te adelanta —estoy harto de palurdos que me adelantan en España aún yendo al límite de la vía—.
Finalmente hemos llegado a Te Puia sobre las diez y media. Y, efectivamente, estábamos prácticamente solos. El aparcamiento casi vacío y ninguna persona haciendo cola para comprar las entradas. Solo había trabajadores que, con una sonrisa en la boca, nos han dado la bienvenida.
Visita a Te Puia
Ayer fue tema de debate si ir a Te Puia o las cuevas de Waitomo —son unas cuevas normales pero con la peculiaridad de que dentro hay luciérnagas que iluminan la cueva—. Se decidió ir a Te Puia por considerarlo de mayor interés respecto a la historia y cultura de Nueva Zelanda. ¿Parte mala? La entrada por persona son más de 50 €.
Hemos hecho de tripas corazón y hemos comprado la entrada para la visita de las 11:00 —sabíamos que era difícil que la visita estuviera a la altura del precio de la entrada pero qué le íbamos a hacer—. Solo había dos opciones: visita guiada o visita guiada con Haka. Hemos elegido la primera opción ya que hemos pensado que la Haka era un show para turistas —además de tener que pagar otros casi 20 €—.
La visita ha constado de varios puntos: centro de conservación del kiwi —hemos podido ver dos kiwis vivitos y coleando, impresionantes—, piscinas de lodo —burbujas en el lodo, nada especial pero sí curioso—, Pōhutu geyser —el mayor geyser activo del hemisferio sur— y taller de artesanía mahorí —donde hemos podido ver trabajando a los artesanos y nos han explicado sus técnicas tradicionales—.
La visita en sí merece la pena y mucho. El simple hecho de ver vivos a dos kiwis ya hace que la merezca. La parte termal está muy bien pero, habiendo estado en Islandia, sabe a poco. Ver el trabajo de los artesanos mahorís para poner en valor su trabajo, tampoco tiene desperdicio. Además, hemos tenido mucha suerte porque cuando hemos llegado estaba lloviendo y ha sido empezar la visita y parar de llover. De hecho yo he acabado en manga corta y con gafas de sol.
Dicho todo esto, y después de haber estado allí, seguimos pensando que el precio de la entrada es desproporcionado aunque entendemos que es la forma que ha encontrado Nueva Zelanda de evitar las aglomeraciones turísticas —aunque es injusto que la vara de medir sea el dinero—.
Por cierto, ya que estábamos allí, hemos comido en su cafetería. Ha estado muy bien.
Regreso a Auckland
Antes de regresar a Auckland, hemos parado en Rotorua, la ciudad donde está Te Puia.
El mayor atractivo de Rotorua es su lago —el segundo más grande de la isla norte de Nueva Zelanda—. Hemos dado una vuelta por el paseo del lago y nos hemos acercado al Kuirau lake, un pequeño lago termal dentro de la ciudad. Curioso.
Una vez terminada nuestra visita exprés a Rotorua, hemos comenzado el regreso a Auckland. De nuevo casi tres horas de coche. Esta vez sí hemos parado a merendar —¿o cenar? ya no lo tenemos claro— y descansar —me estaba entrando sueño— en una estación de servicio.
Ya con la noche encima, hemos llegado a Auckland. Aparcar, ir al alojamiento, escribir y a dormir. Bueno, y como ya hicimos en Sídney dos veces, hemos hecho la colada —aprovechando que tenemos lavadora y secadora en la habitación— y así ya tenemos todo limpio de nuevo.