5 de noviembre de 2024. Aunque para hoy no teníamos nada planeado porque a primera hora de la tarde volvíamos a ponernos en marcha, hemos sacado petróleo de la situación y hemos disfrutado de una buena mañana de historia y cultura.
Como realmente no teníamos nada de prisa, y ayer apenas dormimos, hemos ido un poco más tranquilos y hemos desayunado a las 8:30. El alojamiento era tipo hostel, así que tenía una zona de cocina y comedor de uso común. Previo pago, servían desayunos, pero, de nuevo, el precio era desorbitado y no valía lo que costaba; desde luego esa frase ya es una de las más repetidas del viaje.
Reserva natural y arqueológica de Punta Walichu
Una vez hecho el check-out hemos ido directamente a la reserva natural y arqueológica de Punta Walichu. Hasta hace unas horas no sabía ni que existía, pero como estaba de camino al aeropuerto se ha postulado como una buena opción. Ha resultado ser un acierto.
Nada más llegar ha aparecido un hombre —León— que se ha presentado y nos ha preguntado si íbamos a unirnos a la visita guiada. Él era el guía. No sabíamos que había visitas guiadas, pero, como siempre, nos ha parecido una buena idea. Después de casi dos horas de visita hemos puesto un poco en duda la idoneidad de la elección; León ha montado un poco de teatro en cada explicación y se ha alargado bastante.
La visita en sí ha merecido la pena. Hemos aprendido algo sobre los nativos de la zona —los Tehuelches— y hemos visto lo que más nos había llamado la atención cuando hemos decidido hacer la visita: pinturas rupestres en las paredes de la zona con 4.000 años de antigüedad. Además, como estaba a orillas del lago Argentino, las vistas han sido espectaculares.
Comida y al aeropuerto
Cuando hemos ido hacia la reserva, hemos visto que en la estación de servicio de YPF donde iríamos a echar gasolina antes de ir al aeropuerto —la más cercana al aeropuerto— había lo que parecía un buen restaurante. Efectivamente, lo era. Buena comida a buen precio. Por fin.
A la hora de echar gasolina también nos hemos llevado una agradable sorpresa: toda la gasolina que hemos gastado entre ayer y hoy no ha llegado a 13 €; el litro de gasolina no llegaba a los 900 pesos argentinos, es decir, unos 0,84 €/litro.
En el aeropuerto hemos devuelto el coche tan solo un minuto antes de la hora límite. Todo ha ido bien. A pesar del lío de ayer, alquilar el coche ha sido una gran idea; nos ha proporcionado libertad de movimiento y, además, mucho más barato que si hubiéramos ido en excursión organizada.
Vuelo a Ushuaia
El aeropuerto de El Calafate es bastante pequeño y poco concurrido, así que el proceso del control de seguridad ha sido rápido. Una cosa que llama la atención, al menos a los europeos, es que aquí sí está permitido pasar líquidos sin ninguna restricción. En pocos países recuerdo haber visto esto —Marruecos, Georgia y pocos más—, pero todos estamos deseando que llegue esa medida a Europa; ya apenas recuerdo cuando podías pasar lo que quisieras.
Aún quedaba una hora y media para el vuelo, así que hemos ido a la sala W Lounge El Calafate. Era una sala pequeña, pero muy acogedora. Lo mejor, sin duda, eran los sillones con vistas a la pista y al lago Argentino.
Llegamos a Ushuaia
El vuelo ha sido bastante tranquilo y en apenas una hora hemos llegado a Ushuaia. El aterrizaje no ha sido tan bonito como me imaginaba porque había nubes bajas y caí algo de lluvia. Aun así, ha sido emocionante aterrizar viendo el archiconocido canal Beagle.
Hoy no ha habido ningún problema a la hora de recoger el coche de alquiler —sigo sin entender qué problema tenían ayer con mi tarjeta de crédito—, de hecho, la trabajadora ha sido superamable con nosotros; era su tercer día de trabajo. Con todo el equipaje ya en el maletero del coche, hemos puesto rumbo al hotel, donde hemos llegado en apenas un cuarto de hora.
Tras hacer el check-in y dejar las cosas en las habitaciones, hemos ido a cenar. Después poca cosa más, ya era bastante tarde. Mañana, seguro, será otro buen día.
