1 de noviembre de 2024. Hoy ha sido el primer día en Buenos Aires. Podríamos decir que, gracias a las visitas que hemos hecho, ha sido un día lleno de historia.
Gracias al cambio de hotel he roto la rutina del desayuno en el hotel de Brasil. Prefería el desayuno de allí, pero bueno, este no está mal del todo; al final el objetivo es salir con energía para afrontar el día.
Tras desayunar y organizar la mochila, hemos salido a por nuestro primer paseo por Buenos Aires.
Primer paseo por Buenos Aires
El hotel está muy céntrico por lo que en un pequeño paseo hemos llegado a la famosísima plaza de Mayo. Allí, además de la plaza en sí, se encuentran varios puntos de interés de la ciudad: Casa Rosada, Catedral Metropolitana, Cabildo, etc. Es el llamado microcentro de Buenos Aires.
Era bastante temprano, por lo que no había mucha gente. Lo malo es que la Casa Rosada estaba a contraluz —está al este de la plaza— y las fotografías no han sido las mejores posibles. Además, la Pirámide de Mayo —construida en 1811 para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo— estaba rodeada de unas vallas; parecía que iban a celebrar algo. Que todos los problemas sean así.
Al oeste de la plaza hemos visitado la Catedral Metropolitana. El exterior me ha recordado ligeramente a la Madeleine de París; ambas de estilo neoclásico. La catedral en sí no está mal, pero sin más. Probablemente, después de tantos años viendo inmensas catedrales en Europa, el listón está muy alto. Lo más especial de la catedral es que allí está enterrado José Francisco de San Martín y Matorras, más conocido simplemente como San Martín, el libertador de Argentina y Chile.
Barrio de San Telmo
Desde la plaza de Mayo hemos ido directamente al barrio de San Telmo para dar una vuelta y ver su mercado. Parece ser que seguía siendo demasiado pronto y todo estaba aún cerrado.
Hemos ido a tomar algo para hacer tiempo. El sitio era bastante majo, pero el precio desorbitado: tres cafés, un yogur y un trozo de tarta casi 30 € al cambio. Ayer por la noche, cuando fuimos primero a un supermercado a por agua y después al restaurante a cenar, ya me pareció que los precios aquí son europeos, incluso más caros; hoy lo he corroborado.
Mientras tomábamos el café, hemos decidido ir al Museo Histórico Nacional. Estaba bastante cerca de donde estábamos, nos ha parecido interesante —cualquier museo de historia lo es— y, además, era gratis. Un museo de historia gratis, no se puede pedir más.
La visita al Museo Histórico Nacional ha sido magnífica. Antes de venir a Argentina estuve estudiando sobre la historia de Argentina, pero justo me dio tiempo a tener una ligera idea del asunto. Gracias a este museo, además de disfrutarlo de principio a fin, he salido con una idea mucho más clara de este joven país.
Comida
Justo cuando salíamos del Museo Histórico Nacional, hemos recibido un último regalo: hemos visto el cambio de guardia —al lado del sable de San Martín había un soldado formado—. Simplemente, eran dos soldados que, en apariencia, iban en busca de su compañero puertas a dentro.
Con la cabeza llena y la tripa vacía, hemos ido a comer. Por la mañana hemos visto que en el mercado había muchos puestos de comida —entonces cerrados— por lo que hemos ido allí a comer. Parece que la moda de los mercados gastronómicos también ha llegado a esta parte del mundo.
En los puestos más centrales del mercado el calor era insoportable, por lo que hemos acabado en un restaurante del lateral —dentro del mercado— que, además, tenía aire acondicionado; aunque no era suficiente para no tener calor. La comida ha estado bien, pero de nuevo incluso más caro que en España. La anécdota del día ha estado cuando, tras no dejar propina, hemos oído que una camarera le decía a otra que nos cobrase una botella de agua de más; obviamente nos hemos negado.
Una vez más, suerte
Después de comer, y tras tomarnos un helado por el camino —más por gula que por hambre—, hemos llegado a nuestra siguiente visita: la biblioteca de la Legislatura.
La Legislatura es la sede del poder legislativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y su biblioteca es famosa por ser especialmente bonita. Es una biblioteca pública, por lo que todo el mundo puede entrar simplemente presentando el DNI —argentino, claro— o el pasaporte.
En la entrada nos han dicho que teníamos que subir a la primera planta y entrar. Eso hemos hecho y hemos aparecido en la parte alta de la biblioteca. Efectivamente, era una biblioteca digna de ver, aunque ya he visto alguna similar.
Al rato de estar allí, desde abajo, nos han dicho que no podíamos estar ahí por temas de seguridad personal. No hemos entendido muy bien qué estaba pasando porque simplemente habíamos seguido las indicaciones que nos habían dado. Al bajar, una mujer nos ha explicado amablemente que no podíamos estar en la parte de arriba. Muy amable la mujer, nos ha explicado un poco sobre la historia de la biblioteca y hemos salido.
Buscando la salida íbamos un poco perdidos. De pronto un hombre nos ha preguntado si estábamos perdidos y le hemos dicho que sí. Nos ha dicho que tenía poco tiempo, pero que nos acompañaba hasta la salida y nos explicaba un poco de historia. Mientras salíamos nos hemos encontrado con un grupo que iba a empezar una visita guiada; no sabíamos que existían visitas guiadas. El caso es que nos hemos unido al grupo.
La visita a la Legislatura ha sido superinteresante. A lo largo de la visita nos han explicado la historia del edificio y la función de cada estancia, además de curiosidades del edificio en sí. El plato fuerte, en mi opinión, ha sido el hemiciclo donde nos hemos podido sentar —como hice en su día en el Congreso de los Diputados de España— como si fuéramos diputados mientras daban la explicación. También ha sido curioso ver el escritorio —original— donde Evita recibía a los necesitados y hacía su “magia”.
Cerrando el día
Después de la visita a la Legislatura ya empezaba a atardecer, pero aún era pronto para cenar. Hemos ido a tomar algo cerca de la plaza de Mayo para descansar e ir al baño. Mientras apurábamos nuestras consumiciones —yo he descubierto un refresco de pera que me encanta—, hemos aprovechado para comprar los billetes de barco para mañana; curiosamente, nos ha salido más barato comprarlo en pesos uruguayos que en pesos argentinos.
De camino al hotel hemos hecho una última parada en una librería. He preguntado si tenían algo de español rioplatense, pero no ha habido suerte. En realidad me han encontrado un diccionario muy interesante, pero me ha parecido demasiado grande y poco útil para mí.
Ya con la noche echada, hemos comprado la cena de camino al hotel y poco más. A descansar que mañana será un día muy intenso.