30 de octubre de 2024. Hoy he hecho una excursión que me hacía especial ilusión. Ha combinado, aunque en pequeñas dosis, mi perfil de ingeniero con mi perfil —frustrado— de antropólogo social y cultural.
De nuevo, gracias al cambio horario —y a mis ansias por empezar el día—, me he despertado antes de las cinco. La verdad es que me encanta madrugar, siempre se le saca jugo a esas primeras horas del día cuando todo está tranquilo.
Después de desayunar, aún he tenido casi una hora libre, por lo que he ido en busca de un cajero automático. La excursión, al final, iba a ser privada, por lo que tenía que pagar un pequeño extra que ya acepté el otro día para asegurarme la excursión. Como decía el otro día, todo es cuestión de dinero.
¡Qué agradable primer paseo por la mañana! Ha sido como en esas mañanas de pleno verano en las que “huele” a frescor después de un tórrido día. Lo malo es que no he encontrado el cajero.
Empieza la excursión
Casi media hora antes de la hora acordada me ha escrito el que iba a ser mi guía, Marcos. Me ha dicho que ya estaba en la puerta del hotel, pero que no había prisa. Me ha pillado en mi búsqueda del cajero desaparecido.
Tras unos diez minutos he llegado al hotel y me he encontrado con él. Al ir yo solo, he tenido la suerte de ir de copiloto; cosa que me encanta.
En mi pequeño paseo previo ya me he dado cuenta de una cosa: en Foz do Iguaçu no hay apenas semáforos. Cruzar la calle es un reto. Existen los pasos de peatones, pero es como si fueran simples decoraciones en el asfalto. Peor aún es cuando vas en coche y tienes que girar. Hasta Marcos me ha reconocido que es una locura. No he llegado a entender la razón por la cual no regulan el tráfico. Todo se deja a la voluntad de los conductores. Me ha recordado a Marruecos.
Represa de Itaipú
Tras pasar la frontera con Paraguay —tienen un acuerdo por el cual, si sales y entras en el día, tanto de Brasil como de Paraguay, no tienes que presentar el pasaporte— y conducir un rato, hemos llegado a la represa de Itaipú.
La represa de Itaipú es la segunda más grande del mundo —tan solo por detrás de la de las Tres Gargantas en China— y la primera en producción de electricidad.
La visita a Itaipú ha tenido dos partes: la primera ha sido un interesante documental sobre su construcción y, la segunda, un paseo en autobús por la represa. Ha sido impresionante. Realmente es una obra de ingeniería increíble, y más si se piensa que se realizó en los años 70. Por si fuera poco, los comentarios exagerados de unas mujeres mexicanas me han hecho pasar un buen rato.
Museo de Itaipú Tierra Guaraní
En el mismo complejo de Itaipú hemos hecho la segunda parada: museo de Itaipú Tierra Guaraní. Hasta cierto punto, esta ha sido la visita que más esperaba y por poco no la hago. Resulta que están mejorando de forma integral el museo, y ahora tan solo hay una pequeña exposición sobre la flora, fauna y etnias del territorio que actualmente es el Alto Paraná.
Viendo la cantidad de gente que había en la represa, y que en este museo estaba yo solo, me inclino a pensar que a la gente no le interesa lo más mínimo la cultura local.
De nuevo, la suerte de estar solo con la guía del museo, junto a que en Paraguay se habla español, me ha permitido tener una conversación muy interesante con ella. Como no podía ser de otra manera, hemos acabado hablando del idioma guaraní. ¡Qué interesante! La pena es que no he tenido tiempo para buscar algún libro sobre ello.
Saltos Monday
Aunque tras haber estado ayer en las cataratas del Iguazú ya nunca será lo mismo en cuestión de cascadas, en la ciudad de Presidente Franco están los saltos Monday —nada que ver con el inglés, es guaraní y significa algo así cómo agua turbulenta—.
Los Saltos Monday es una “pequeña” cascada en el río Monday que, a pesar de su tamaño, es bastante recomendable visitar si se está por la zona. A pesar de ser una cascada bastante pequeña —comparada con las del Iguazú, claro—, han montado todo un complejo a su alrededor con restaurante con vistas a la cascada, tienda de regalos, etc.
Triple Frontera
Tras la breve parada en los Saltos Monday, hemos ido a uno de los puntos más emblemáticos de la región: la Triple Frontera, también conocido como el hito de las tres fronteras.
Desde cualquiera de los tres países —Brasil, Paraguay o Argentina— se puede ver este punto en el que el río Iguazú —frontera natural de Brasil y Argentina—, desemboca en el río Paraná —frontera natural tanto con Brasil como con Argentina—. Es decir, desde cualquiera de esos tres países puedes ver a los otros dos.
La verdad es que, más allá de lo curioso del lugar, es un lugar bastante impresionante. No todos los días se encuentra uno delante del quinto río más caudaloso del mundo y décimo quinto más largo, el río Paraná.
Hora de comer
Marcos me ha comentado que normalmente iba a un restaurante tipo buffet libre que, a su juicio, era de lo mejor de la zona. No dudo que fuera así, pero me da que también era uno de los más caros.
El caso es que allí nos hemos plantado. La comida no estaba mal, pero sin más. Lo mejor, sin duda, las vistas. De nuevo, no todos los días come uno delante del quinto río más caudaloso del mundo y décimo quinto más largo. Ha estado bien. A Marcos le ha salido la comida gratis, aunque en su favor hay que decir que en todo momento ha sido transparente y ya antes de entrar me lo ha dicho. He consultado la página del restaurante y yo no he pagado de más.
“De compras”
Hasta que empecé a preparar el viaje no sabía que Paraguay es para Brasil, como en su día Andorra para España. Es decir, un supuesto paraíso para las compras.
Desde luego, en mi caso, el reclamo de poder comprar cosas baratas no sirve de nada. En este caso, sin embargo, parecía que me iba a venir bien porque la tarjeta auxiliar de la cámara de video dejó de funcionar.
Cuando Marcos me ha llevado a una tienda de su confianza, ya entendía que evidentemente él se llevaría su correspondiente comisión. Lo que no me esperaba es que la tarjeta me fuera a costar exactamente igual que en España. Realmente tampoco me ha sorprendido. Nunca he visto ningún “paraíso” de compras de esos que tanto pregonan en tantos sitios. Al menos no la he pagado más caro.
Vuelta a Foz do Iguaçu
Ahora sí, tras ahorrarme unos impresionantes 0,15 euros en la tarjeta de memoria, hemos vuelto sobre nuestros pasos y hemos entrado de nuevo en Brasil. En el Puente Internacional de la Amistad que une ambos países, he podido ver en directo el trapicheo que hay con las mercancías de Paraguay —en teoría más baratas— que se venden en Brasil. Hay personas que están constantemente yendo y viniendo para cumplir con la cantidad máxima de productos por persona; en medio del puente ves que bajan de un vehículo y se meten en otro en dirección a Brasil.
Antes de despedirme de Marcos hemos ido a un cajero automático para, ahora sí, sacar efectivo y pagar el extra. De paso me he quedado 20 reales para mi colección de divisas extranjeras. Al sacar tan poco dinero la comisión del cajero ha escocido un poco, menos mal que mi banco no me cobra ninguna comisión extra.
Ya en el hotel, me he echado una merecida siesta y he bajado al gimnasio a correr un rato en la cinta. Después, poca cosa más. He cenado en el hotel, he preparado todo para mañana y a descansar.