8 de noviembre de 2024. Tras unos cuantos días intensos, hoy ha sido un día bastante más relajado aunque muy interesante; tanto por los paisajes que hemos visitado como por lo que hemos aprendido.
El otro día, cuando fuimos a la oficina de información después de la navegación por el canal Beagle, nos comentaron que había un par de ciudades interesantes en la provincia de Tierra del Fuego, además de Ushuaia. Una de ellas era Tolhuin.
Preparando el viaje ya vi que ir a Tolhuin podría ser interesante para, además de conocer la ciudad, ver el lago Fagnano. Lo cierto es que tenía mis dudas de si merecía la pena ir hasta allí; hay tres horas de coche entre la ida y la vuelta y no había oído hablar de esa ciudad. Después del comentario positivo de la persona que nos atendió en la oficina de turismo, y que además dijo algo de una famosa panadería, la excursión estaba vendida.
Tras desayunar y recoger las cosas, hemos subido al coche y hemos pillado la ruta nacional 3 de ayer —carretera panamericana—, pero en sentido contrario.
Camino a Tolhuin
Tras conducir en El Calafate y en Ushuaia, creo poder afirmar que hay un denominador común en las carreteras argentinas: su estado de conservación es lamentable. No recuerdo haber visto nunca carreteras peores que las que hay por aquí. Uno tiene que estar todo el rato pendiente de la carretera para evitar los enormes agujeros que hay. No siempre se consigue.
Como ya habían anunciado las previsiones meteorológicas, hoy el día ha amanecido lloviendo y con nubes bajas, por lo que nos hemos perdido los increíbles paisajes que hay al cruzar los Andes fueguinos. No siempre todo va a ser perfecto. Además, también los paisajes nublados y lluviosos tienen su encanto.
Tolhuin
Tras algo así como hora y media conduciendo, hemos llegado a Tolhuin. Los paisajes hasta allí, salvando las distancias, me han recordado en algunas ocasiones a algunas carreteras de Canadá.
Al llegar a Tolhuin, dejar el coche y empezar a dar una pequeña vuelta, hemos visto que, desde luego, no es una ciudad especialmente turística. Tampoco es que tenga grandes atractivos. Es una ciudad no proyectada, a diferencia de tantas otras ciudades en Argentina, con calles en bastante mal estado. Las casas, por lo general, son pequeñas y humildes. Eso sí, se respira tranquilidad. De hecho, desde que llegamos a Ushuaia tengo la sensación de no estar en Argentina.
Por las calles de la ciudad poco más podíamos hacer, por lo que hemos bajado en coche a la orilla del lago. De nuevo la naturaleza nos ha hecho pequeños. El lago es inmenso, la visita no alcanza a ver el final, y las montañas que lo rodean son altas con nieve en sus cimas. Hemos paseado un poco por la playa de piedras a pesar de la ligera lluvia.
La famosa panadería
Por la mañana ya habíamos entrado en la, al parecer, famosa panadería La Unión para ir al baño. Entonces hemos visto que, efectivamente, tenía una gran selección de panadería, repostería y confitería, además de ofrecer comida. Hemos decidido comer allí, aunque lo cierto es que tampoco había muchas más opciones, por no decir ninguna.
Resulta que la panadería La Unión es mucho más que una panadería. Se podría decir que casi actúa como centro social de Tolhuin. Hoy, por ejemplo, hacían un homenaje a los llamados héroes del ARA San Juan. Nosotros, como es normal, desconocíamos la historia de ese submarino y la suerte de sus ocupantes, pero resulta que parece ser que algo bastante famoso en Argentina. El homenaje coincidía con la llegada de un ex capitán de navío que hacía una ruta de más de 3000 km, a pie y corriendo, en memoria de los fallecidos en el accidente del ARA San Juan.
La comida en La Unión no ha estado mal. Lo más curioso ha sido el descontrol de los trabajadores. Hemos preguntado por un menú que anunciaban y, en un principio, la trabajadora no sabía nada del tema; al final han acabado quitando el cartel.
Vuelta a Ushuaia
Las previsiones meteorológicas pronosticaban una mejora del tiempo para la tarde, pero no se han cumplido exactamente. Sí ha mejorado algo, pero han seguido los chubascos.
A pesar de las lluvias intermitentes, hemos ido haciendo paradas en nuestro regreso a Ushuaia. La primera ha sido de nuevo en el lago Fagnano, pero esta vez al otro extremo de la orilla en la que hemos estado por la mañana. La segunda ha sido en el paso de Garibaldi, en lo alto de un pequeño puerto de montaña. Desde el mirador se veía el lago Escondido y, al fondo, el lago Fagnano. El cielo continuaba encapotado, pero las vistas eran magníficas. Continuando un poco más, hemos hecho nuestra tercera y última parada en el mirador del valle Carbajal.
Para variar, una carretera totalmente destrozada nos ha recibido nada más llegar a Ushuaia. El camino hasta el hotel no ha sido mejor. Hemos aparcado en el hotel y hemos subido un momento a las habitaciones.
Última tarde en Ushuaia
Hasta ahora no habíamos parado de hacer cosas, por lo que ni siquiera habíamos entrado en ninguna tienda en busca del, casi obligado, recuerdo de Ushuaia.
En Tolhuin hemos aprovechado para hacer alguna compra —me he comprado un mate artesano de madera de lenga, autóctona de la zona, con una máscara de los Selk’nam—, pero como no teníamos nada más que hacer a lo largo de la tarde, la hemos dedicado a hacer algunas compras. Al final me he comprado unos calcetines para esquiar hechos en Argentina y un libro sobre las etnias fueguinas.
Ya atardeciendo, hemos comprado algo de cena y hemos vuelto al hotel a cenar y a descansar.