El pasado sábado 22 de junio, en Sabiñánigo (Huesca), se celebró la Quebrantahuesos 2024, y ya van treinta y tres ediciones. Al contrario que en las últimas ediciones en las que el tiempo no acompañó mucho —fuertes lluvias, fuerte calor, etc.—, ya desde hacía días se preveía un magnífico día para pedalear por los míticos puertos de Somport, Marie-Blanque, Portalet y Hoz de Jaca.
Aunque al final las previsiones meteorológicas se cumplieron en cuanto a temperatura y precipitaciones, tal vez, y por pedir algo, podría haber hecho un poco más de sol para poder disfrutar aún más de los impresionantes paisajes por los que transcurre la Quebrantahuesos. Aun así, y en buena parte gracias a la generosidad de las personas que animaban en cada pueblo, volvió a ser una jornada llena de emoción y de buen cicloturismo.
Día antes de la Quebrantahuesos 2024
Como todos los años, el día antes de la marcha se abrió la feria de patrocinadores y la recogida de dorsales. El día anterior había caído una buena lluvia —100 mm— a lo largo del día y habían avisado de que el aparcamiento de al lado de la salida —el oficial hasta entonces— iba a estar cerrado. Al llegar preguntamos y nos dejaron aparcar —igual que al resto de personas—, realmente, solo vimos un pequeño charco como testigo de lo que había pasado el día anterior.
A las 16:45, y como ya es tradición, se grabó el programa de SER aventureros especial Quebrantahuesos. Estuvo muy entretenido —participaron ex-ciclistas de la talla de Fernando Escartín, Haimar Zubeldia y Samuel Sánchez— e incluso tuvimos un par de intervenciones cuando se dirigieron al público. Además, hubo “premio” y nos regalaron una gorra de TotalEnergies, uno de los patrocinadores principales.
La recogida de dorsales, gracias a la magnífica organización de la que es famosa esta marcha, transcurrió de manera rápida y sencilla. En la bolsa de corredor, además del maillot conmemorativo de Ale —patrocinador oficial—, la placa para la bicicleta, la pulsera de identificación y el ticket para la comida, nos dieron un bidón y comida de Maurten —patrocinador oficial que nos proporcionó dos geles, dos barritas, dos sobres de isotónico en polvo y no me acuerdo si algo más—, una bandeja de Filipinos —Cuétara era colaborador—, aceite y líquido antipinchazos —Decathlon era patrocinador oficial— y un kit de cepillo de dientes y crema dental de Kemphor —también colaborador—.
Día de la marcha: así fue la Quebrantahuesos 2024
Debido al cambio de aparcamiento oficial por motivo de las lluvias del jueves, el aparcar no fue una tarea tan sencilla como suele ser habitual. Este año el “aparcamiento oficial” eran, básicamente, las calles del polígono industrial de Sabiñánigo. En mi caso, cuando llegué a Sabiñánigo a eso de las 5:30, me recomendaron ir a las calles aledañas a la salida porque aún quedaban sitios. Fue un gran consejo y pude aparcar a apenas un minuto en bici de la salida, cosas buenas de madrugar e ir con tiempo.
Nada más aparcar, el mismo ritual de todas las carreras y marchas: montar la bicicleta, colocar la placa, poner todos los widgets —ciclo computador, luz trasera, bolsa de herramientas, bolsa portaobjetos, etc.—. Terminé en torno a las 6:15, por lo que tenía por delante casi una hora hasta la salida de la marcha.
Justo cuando los primeros rayos de sol empezaron a aparecer por detrás de la montaña —monte Oturia—, lanzaron el petardo que tradicionalmente da comienzo a la marcha. Bueno, da comienzo para los primeros ciclistas; somos tantos que se tarda casi media hora en que todos pasemos por el arco de salida.
En la carretera
La salida de este tipo de marchas suele ser la parte más delicada: las fuerzas están intactas y hay mucho motivado que se pone a adelantar como si estuviera llegando a los Campos Elíseos de París. Con el paso de los kilómetros, la cosa se va calmando y uno empieza a encontrarse con grupetas acorde a su ritmo.
Primer puerto: Somport
El primer puerto que se sube es Somport. Se trata de un puerto bastante llevadero hasta los últimos kilómetros; después de pasar Canfranc-estación es cuando vienen las cuestas más fuertes. Desde que enfilamos el valle del Aragón ya vimos que el cielo se estaba cerrando y que no era descabellado que pudieran caer algunas gotas. Por suerte no fue así. A lo largo de todo el puerto, y en cada uno de los pueblos, el público lo daba todo para animarnos. Fue de agradecer. Casi sin darte cuenta te plantas en Candanchú donde está el primer avituallamiento y, en apenas un par de kilómetros, la frontera con Francia y el final del puerto.
La bajada de Somport se hizo a bastante velocidad, ya que las condiciones eran buenas: asfalto seco, buena visibilidad y carretera ancha —excepto en algunos tramos como justo al principio y algún congosto—. La bajada es muy larga y constante, sin apenas ningún tramo llano o repechos; permite descansar, comer y beber para afrontar la siguiente subida.
Segundo puerto: Marie-Blanque
Tras los casi 40 kilómetros de bajada, llega el Marie-Blanque, junto con la parte final del Portalet, las rampas más temidas de la Quebrantahuesos.
En el pequeño pueblo de Escot da comienzo este mítico puerto que es bastante suave en sus primeros kilómetros, pero durísimo en los últimos 4 —pendientes que no bajan del 11-12% en ningún momento—. Como ocurre siempre en este puerto, en la parte final cada vez se van oyendo menos voces hasta que acabamos subiendo en silencio. En esta ocasión hubo un pequeño incidente cuando una ambulancia se quedó parada en medio de la carretera y tuvimos que poner pie a tierra para pasarla. A los pocos metros volvimos a montarnos en la bicicleta y, en apenas 500 metros, coronamos el puerto.
En la bajada de Marie-Blanque se encuentra el segundo de los avituallamientos de comida —antes de la parte dura de Marie-Blanque también hay un avituallamiento pero solo de agua—. Este suele ser uno de los avituallamientos más concurridos, ya que coincide con la mitad del recorrido. Este año me pareció que la calidad del avituallamiento había bajado un poco, pero tal vez sea una percepción mía.
Tercer puerto: Portalet
Después de la técnica y rápida bajada de Marie-Blanque y el falso llano hasta Laruns, empieza, con permiso de Hoz de Jaca, el último gran coloso de la Quebrantahuesos: el Portalet. Cuando estaba subiendo Marie-Blanque, escuché a uno decir: en Portalet salen todas las mentiras. No se puede definir mejor. Si uno ha querido ir por encima de su capacidad hasta este momento, sin duda lo paga en Portalet.
Aunque Portalet no es un puerto con rampas exageradas, es un puerto muy largo: casi 30 km, aunque en realidad estás subiendo desde el final de la bajada de Marie-Blanque, es decir, estás casi 40 km subiendo. Puertos tan largos son casi más exigentes mentalmente que físicamente. Cuando estás empezando y notas el esfuerzo de la subida, si piensas que te quedan casi dos horas con esa sensación, o eres capaz de manejarlo mentalmente hablando o lo vas a pasar bastante mal.
La subida de Portalet tiene un gran descanso a la altura del embalse de Fabrèges —donde se encuentra la telecabina para subir a la estación de Artouste— y es precisamente ahí donde está el tercer avituallamiento de comida —10 km antes hay uno de solo agua—. A partir de ese punto, se acaban los árboles y empiezan las rampas más duras en torno al 7-8%, llegando al 9% en algún punto. Curiosamente, en esta ocasión me sentí mucho más cómodo en esta segunda parte que en la primera —tal vez me sentó bien el avituallamiento— y puede ir remontando alguna posición y disfrutar de las impresionantes vistas del Valle de Ossau.
Cuarto puerto: Hoz de Jaca
Una vez cruzada la frontera comienza la bajada de Portalet. Es una bajada muy rápida en la que la mayor dificultad está en el estado del asfalto. Nunca he logrado entender cómo puede ser que el acceso a una de las estaciones de esquí alpino más importantes de España, Formigal, tenga una carretera en esas condiciones tan lamentables.
Tras pasar Escarrilla, la marcha se desvía al Pueyo de Jaca para afrontar el último puerto: Hoz de Jaca. Con diferencia, es el puerto más corto de todo el recorrido, pero esconde una broma pesada: 2 km a más del 10% de desnivel, algo que sienta regular después de casi 170 km y tres puertos de primera categoría.
Hoz de Jaca se sube más con el corazón que con las piernas, ya que uno sabe que cuando está arriba ya tienes la Quebrantahuesos en el bolsillo. Además, como premio, en el pueblo te espera el último avituallamiento de comida y un público totalmente entregado a animarnos.
Llegada a Sabiñánigo
Desde Hoz de Jaca ya es todo bajada, o casi. Hay un par de repechos, incluido el final justo antes de bajar a la meta, que hace que uno recuerde que lleva toda la mañana pedaleando.
Sea como fuere, cuando uno llega a la meta, de pronto, se olvida del esfuerzo que ha costado llegar hasta ahí. Justo al pasar la línea de meta y oír el último pitido del cronometraje, ya es historia. Tu historia. Y eso, amigo, amiga, ya nadie ni nada te lo puede quitar.