Puente de mayo en Zagreb — Día 1

Plaza ban Josipa Jelačića
Plaza ban Josipa Jelačića

1 de mayo de 2024. Con la excusa de tener un puente de mayo medio decente —cinco días utilizando solo un día de vacaciones—, hace unos meses montamos un pequeño viaje para aprovechar los días de primavera y la temporada «baja». Esta vez íbamos a pasar unos días en Zagreb, capital de Croacia, y aprovecharíamos la cercanía a Eslovenia para visitar Liubliana —capital de Eslovenia— y Bled con su lago y su castillo.

Comienza el viaje

Como tantos otros viajes, este ha comenzado aparcando el coche en la terminal 1 del aeropuerto de El Prat. Eran las seis de la mañana, pero como hemos dormido en un hotel a 10 minutos del aeropuerto —en Castelldefels— apenas hemos tenido que madrugar —tan solo una hora antes de lo habitual—.

En el aeropuerto me ha sorprendido la cantidad de gente que había; los controles de seguridad estaban llenos. Aun así, en realidad es curioso como la sensación de lentitud en los controles de seguridad no se corresponde con la realidad: al estar tan lleno parece que vas a estar una eternidad, pero al terminar el trámite te das cuenta de que han sido poco más de 10 minutos.

Ya pasado el control de seguridad, quedaba más de una hora y media para el vuelo, así que hemos ido a la sala VIP Pau Casals. Estaba algo más llena que otras veces, pero aun así reinaba la tranquilidad. Hemos desayunado como generales y hemos cogido algunas cosillas de comida para comer más adelante.

Vuelo a Múnich

Vuelo LH1726
Vuelo LH1726

Si no me equivoco, al menos para estos días, solo había vuelos directos a Zagreb desde España desde Madrid. Como Madrid nos pilla muy lejos, por lo general, solemos ir al aeropuerto de Barcelona, aun a costa de tener que hacer escala.

Hemos llegado a la puerta de embarque justo cuando comenzaba el embarque. Como estábamos en el último grupo, nos daba un poco igual llegar antes que después; íbamos a entrar de los últimos. Al menos en teoría.

Una de las cosas malas que tiene subir de los últimos al avión, y que cada día va a peor, es que apenas tienes sitio para dejar tu maleta —cosa aparte es la bolsa o mochila que tienes que dejar obligatoriamente debajo del asiento—; otra vez que he tenido que dejar mi mochila/maleta a varias filas de la mía —con el lío que conlleva cuando vas a bajar y tienes que ir ganando palmo a palmo hasta llegar a la maleta a contracorriente de la gente, que parece que tiene que ganar alguna carrera bajando los primeros del avión—.

Escala en Múnich

Airbus A380 de Lufthansa comparado con un autobús
Airbus A380 de Lufthansa comparado con un autobús

El vuelo de Barcelona a Múnich (LH1718) ha transcurrido con normalidad, pero hemos llegado tarde. Entre eso y que nos han dejado, literalmente, al final del aeropuerto, hemos llegado a la puerta de embarque del siguiente vuelo con poco más de una hora de margen cuando deberíamos haber tenido casi dos. Al menos me he deleitado con los A380 que había en las plataformas.

Una hora de margen es más que suficiente como para ir tranquilos, sí, pero es que resulta que en la terminal 2 no tenía acceso a ninguna sala VIP y tenía que ir a la terminal 1. Si quieres pasar de una terminal a otra sin salir a la zona pública —antes del control de seguridad— tienes que pillar un autobús interno, algo que con tan solo una hora de margen no tiene sentido porque, a poco que algo se retrase, corres el riesgo de perder el vuelo.

Así las cosas, hemos deambulado un poco por la terminal, nos hemos sentado un rato y ya se ha hecho la hora de embarcar.

Pequeña anécdota

En algunos aeropuertos —como en la terminal 2 del de Múnich— el embarque es autónomo, es decir, hay unas puertas que se abren cuando pones tu tarjeta de embarque y no hay nadie que tenga que estar verificando nada; no hace falta mostrar DNI o pasaporte.

Pues bien, durante el embarque hemos visto como una pareja de españoles —de cierta edad— iba a pasar por las puertas automáticas, pero resulta que la mujer no había imprimido bien el billete y no tenía el código QR para pasar —supongo que el QR estaría muerto de risa en el móvil—. ¿Qué han hecho? ¿Consultar con el personal de Lufthansa como parece sensato? ¡No hombre, no! Han pasado los dos a la vez con la tarjeta de embarque del hombre como quien se cuela en el metro aprovechando que entra alguien.

Parece una tontería, pero si tú estás haciendo escala —como la pareja de la anécdota— o has accedido a las puertas de embarque,y no haces el check-in en la puerta de embarque, el personal cree que estás perdiendo el vuelo y, como no, comienzan a buscarte y a llamarte por megafonía. Y no solo eso, sino que si no te presentas y has facturado equipaje lo sacarán del avión y al llegar a tu destino no lo tendrás.

Por suerte, las azafatas que les deben pasar mil y una historias, han visto que la pasajera sí estaba en su asiento y el tema se ha solucionado. Todo por no hacer las cosas bien.

Llegamos a Zagreb

El vuelo de Múnich a Zagreb (LH1726) apenas ha durado 45 minutos. Hemos salido con más de media hora de retraso para acabar llegando más de 20 minutos tarde.

Hace días estuve investigando sobre cómo ir del aeropuerto de Zagreb al alojamiento y, como siempre, había varias opciones; autobús, taxi, Uber, etc. La forma más económica, aunque la más larga, era el autobús urbano.

En Zagreb tienen una aplicación para pagar fácilmente el transporte público. Además, se suponía que era más barato que pagar directamente en el transporte. En menos de una hora hemos llegado al alojamiento y nos hemos instalado.

No entiendo como no hacer nada puede cansar tanto, pero el caso es que al poco de llegar al alojamiento nos hemos echado una buena siesta —habíamos comido en el avión cosas que habíamos pillado en la sala VIP—.

Primer paseo por Zagreb

Funicular de Zagreb
Funicular de Zagreb

Con las fuerzas recuperadas tras una siesta reparadora, hemos salido a la calle. La idea era simplemente salir a dar una vuelta, pero como llevaba preparado un mapa con los puntos que quería ver, sin darnos cuenta una cosa ha llevado a la otra y los hemos acabado visitando casi todos.

Antes de empezar con el paseo hemos ido a merendar a una cafetería que habíamos visto en Google Maps. El café estaba delicioso y la tarta que hemos comido aún más.

Descansados y con la tripa llena, hemos empezado nuestro largo paseo.

No hemos dedicado mucho tiempo a cada punto porque mañana tenemos una visita guiada por la ciudad y los volveremos a ver —espero que con más información de la que he preparado—.

Hoy, como en muchos países, era festivo: día internacional de los trabajadores. No habíamos caído en ese pequeño detalle, así que prácticamente estaba todo cerrado. Eso, unido a que la tarde no acompañaba —han caído algunas gotas—, ha dado como resultado una ciudad medio desierta; ideal para hacer fotos.

Primera cena en Zagreb

Ćevapi
Ćevapi

Ya casi con la noche encima, a pesar de ser poco más de las ocho de la tarde —en Croacia tienen el mismo huso horario que en España, pero está mucho más al este—, hemos pensado que ya era hora de cenar.

Tenía marcado un restaurante que tenía muy buena pinta y, efectivamente, tenía tan buena pinta que nos han dado una hora de espera para poder cenar. Hemos buscado otra opción.

Como estamos alojados en pleno centro de la ciudad, no ha habido grandes problemas en encontrar un nuevo sitio cerca del alojamiento; de hecho, hemos cenado casi al lado del otro restaurante.

La primera toma de contacto con la comida croata ha sido magnífica. No sabría repetir los nombres de los platos, pero estaban buenísimos —combinación de pan y carne nunca falla—. De postre también hemos pedido uno típico a base de hojaldre y crema pastelera; me habría comido dos más. Buenísimo.

Ya con la tripa llena hemos ido al alojamiento a dormir, que mañana será un día exigente.

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