Panteón de París

Panteón de París
Panteón de París

La historia del Panteón de París comienza en el año 507 cuando el rey Clodoveo, tras convertirse al cristianismo, fundó una basílica para su sepultura y la de su esposa Clotilde. La piadosa Genoveva, protectora de París, fue enterrada allí en el 512, y el cuidado de sus reliquias quedó a cargo de un capítulo de génovéfains.

En 1744, tras recuperarse de una grave enfermedad, Luis XV decidió construir un prestigioso edificio en honor a santa Genoveva. El proyecto lo inició el arquitecto Soufflot en 1755 y lo completó Rondelet en 1790.

En 1791, tras la Revolución, transformaron el edificio en Panteón Nacional. Durante el siglo XIX, el edificio alternó entre ser una iglesia y un santuario republicano, recuperando plenamente esta última función en 1885 con el funeral de Victor Hugo.

Nave principal

La Convención Nacional en el Panteón de París
La Convención Nacional en el Panteón de París

La nave central está delimitada por columnas corintias que definen las naves laterales, con una cúpula sostenida por cuatro pilares en la intersección del transepto y la nave. La cúpula, la más alta de París, está formada por tres calotas superpuestas y coronada por una cruz.

La Convención Nacional de Sicard, en torno a 1924, presentó a Marianne rodeada de soldados y diputados revolucionarios. Esculturas en los pilares rinden homenaje a figuras históricas defensoras de valores ilustrados, como, por ejemplo, la libertad de expresión.

Los muros muestran lienzos y pinturas sobre héroes cristianos del Antiguo Régimen y eventos significativos de la historia de Francia. La vida de Santa Genoveva se representa en la nave, destacando sacrificio y resistencia. Artistas como Puvis de Chavannes y Jean-Paul Laurens ilustraron momentos clave de su vida, como su infancia, la protección de París y su muerte. Bajo la cúpula, frescos del Primer Imperio y la Restauración muestran la Apoteosis de Santa Genoveva, obra de Antoine-Jean Gros.

La cripta del Panteón de París

Tumbas de Pierre y Marie Curie
Tumbas de Pierre y Marie Curie en el Panteón de París

En las escaleras de descenso a la cripta, Léon Gambetta, fundador de la III República, es homenajeado con una urna en forma de corazón en la escalera de acceso.

El vestíbulo alberga a Voltaire y Rousseau, figuras clave de la Ilustración.

La rotonda central conecta con los brazos de la cripta. En ellos descansan dignatarios del Imperio, escritores como Victor Hugo, Émile Zola y Alexandre Dumas y defensores de la igualdad como Victor Schælcher, Jean Jaurès y Aimé Césaire.

El pasillo norte honra el coraje y la resistencia. Destaca el homenaje a los Justos —que ayudaron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial— y a luchadoras como Genoveva de Gaulle, Anthonioz y Germaine Tillion. Pierre Brossolette, Jean Moulin y Jean Zay, figuras de la resistencia contra los nazis y el régimen de Vichy, también están conmemorados.

André Malraux, Jean Monnet y René Cassin, importantes en la cultura y los derechos humanos, tienen un lugar en el Panteón. Simone Veil, ingresada en 2018, simboliza la lucha por la interrupción voluntaria del embarazo y su compromiso europeo. Su esposo Antoine descansa a su lado.

Científicos como Pierre y Marie Curie, galardonados con el Nobel, representan el progreso. Maurice Genevoix, junto al Ceux de 14, fue honrado en 2020. En 2021 ingresó Joséphine Baker, destacando el continuo homenaje a quienes encarnan los valores de la República.

Visita al Panteón de París

Cúpula del Panteón de París
Cúpula del Panteón de París

Sin lugar a dudas, el Panteón de París es uno de los monumentos —monumento nacional— más famosos de ciudad y visita obligada si te gusta la historia. Si no te interesa la historia, verlo simplemente por fuera —el edificio en sí y el entorno lo que rodea en el barrio Latino— ya merece la pena; seguro que no será una pérdida de tiempo.

Si al final decides entrar y pagar los 13,00 € de entrada —gratuita para menores de 26 años—, prevé dedicar, al menos, una hora para disfrutar de la visita. La visita es libre y se divide en dos partes: nave central y cripta.

En la nave central, si además de gustarte la historia te gusta el arte, aquí encontrarás doble recompensa gracias a las obras de arte que están por todas partes —tanto pinturas como esculturas—. Si no tienes la suerte de entender de arte, seguro que al menos te quedas boquiabierto con la inmensidad del edificio. Por si fuera poco, la nave central alberga exposiciones temporales incluidas en la entrada; en mi visita era sobre los Juegos Paralímpicos.

En la cripta es donde más vas a disfrutar si te gusta la historia. Si además de visitar las tumbas de los personajes históricos que ya conoces, dedicas un tiempo a ir conociendo a los que no, saldrás sabiendo un poco más sobre la muy interesante historia de Francia desde la Revolución.

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