La Farga Rossell es una buena muestra del pasado minero de Andorra. Entre los siglos XVII y XIX, Andorra fue una región productora de hierro y su principal cliente era Cataluña —que había perdido el acceso a las minas de hierro de la Cerdanya con el Tratado de los Pirineos de 1659—. Esta actividad económica llegó a representar el 50% del producto interior bruto del país.
Construida entre 1842 y 1846, esta fragua mantuvo su actividad hasta finales de 1876, siendo una de las dos últimas ferrerías en operar en Andorra. Debido a las mejoras técnicas y en el transporte del País Vasco, la fragua se vio abocada al cierre. Este marcó el fin de una era y el comienzo de una grave crisis económica en el país.
Actualmente, y después de un proceso de restauración —se encontraba en ruinas—, la Farga Rossell se transformó en un centro de interpretación del hierro. A través de espectáculos multimedia y audiovisuales, los visitantes pueden sumergirse en el proceso de transformación del mineral en lingotes de hierro y su posterior comercialización en los mercados catalanes.
Visitar la Farga Rossell
Situada a las afueras de La Massana —dirección Ordino—, la visita a la Farga Rossel no tiene pérdida. Dispone de aparcamiento para visitantes o también puedes aparcar en la misma localidad e ir andando —son apenas 10 minutos desde el centro—.
El precio de la entrada general es de 5,00 € —en abril de 2024—. Existe la opción de entrada reducida a 2,50 € para mayores de 65 años, estudiantes, grupos de más de 10 personas y portadores del PassMuseu —se puede adquirir en cualquier museo nacional, cuesta 2,50 € y permite la entrada reducida a tres museos a tu elección—. Además, es gratuito para menos de 10 años entre otros colectivos.
Aparte de la entrada general, puedes pagar un suplemento de 1,50 € para ver una demostración del martinete. Desafortunadamente, el martinete está averiado desde hace un tiempo y, de momento, no va a haber más demostraciones.
Visita guiada y audiovisuales
La visita a todo el complejo se realiza de manera guiada y se van alternando las explicaciones del guía con distintos audiovisuales. Las explicaciones son claras y de gran calidad, aportando datos muy curiosos sobre la relación de Andorra con el hierro. Además, el guía está totalmente abierto a cualquier pregunta en cualquier momento.
A lo largo de la visita pasas por distintos ambientes: donde se dejaba secar el material extraído de la mina, donde se almacenaba este material, donde se guardaba el carbón vegetal necesario para alimentar el horno, etc. Y, por supuesto, lo que podríamos clasificar como «la cadena de producción»: la trompa de agua —compresor de aire con agua—, el horno y los martinetes.
La visita dura en torno a una hora y es más que recomendable.