Las Cuevas de Zugarramurdi (Zugarramurdi, Navarra), presentan una formación kárstica única.
Moldeada por la regata del arroyo Infierno, la cavidad principal tiene 120 metros de largo y unos 10 metros de ancho; además de varias galerías secundarias. Descubrimientos arqueológicos como el de Joxe Miquel Barandiaran en 1935, sacaron a la luz láminas de pedernal del periodo Magdaleniense y algunos restos de cerámicas prehistóricas.
El legado de las brujas
Las Cuevas de Zugarramurdi también son conocidas como las «Cuevas de las brujas», Sorginen Leizeak en euskera. La palabra sorgin —bruja en euskera—, ha perdido su significado original a lo largo del tiempo. No se sabe si viene de sortze —parteras— o de zorte —adivinadoras del futuro—.
Akelarres y persecución
El término akelarre —en euskera «prado del macho cabrío»— está ligado a las festividades rituales que se creen que tenían lugar cerca de las cuevas. Estas celebraciones, relacionadas con la adoración de fuerzas naturales consideradas demoníacas por la Inquisición española, llevaron a una visión distorsionada de las brujas.
La persecución de las supuestas brujas alcanzó su punto álgido en el auto de fe de Logroño —o el juicio público de «las brujas de Zugarramurdi»— de 1610. Varias personas fueron acusadas, torturadas y ejecutadas por supuestos crímenes relacionados con la brujería en Zugarramurdi.
Visitar las Cuevas de Zugarramurdi
La forma más sencilla de visitar las cuevas es aparcando en el pueblo de Zugarramurdi e ir andando. En la entrada del pueblo hay un aparcamiento gratuito y, en días de gran afluencia, es muy probable que no te dejen pasar de ahí. Desde el aparcamiento hasta la entrada a las cuevas hay poco más de diez minutos andando.
El precio de la entrada general es de 6,00 €. Puedes comprarla directamente en la taquilla o en la página web https://www.reservaonline.support/turismozugarramurdi/index.html. Existe la opción de hacer la compra conjunta con la entrada al museo de las brujas; no lo visitamos, pero por lo visto no merece la pena.
Recorrido
Nada más entrar al recinto hay dos opciones: ir directamente a la cueva principal o subir hasta el mirador para luego descender hasta el arroyo Infierno e ir a parar a la parte trasera de la cueva.
La primera opción es la que escoge la mayoría de las personas por ser la más sencilla. Empiezas atravesando la cueva principal para luego subir a la parte de arriba y ver la llamada «cueva del aquelarre». Esta segunda cueva, en realidad, es simplemente una galería superior de la cueva principal. Eso sí, desde allí tienes una buena vista de toda la cueva.
La segunda opción es algo más exigente —debido a las subidas y bajadas— y tampoco es que aporte mucho a la visita. Desde el mirador no se ve gran cosa, de hecho ves incluso menos que desde la misma entrada al recinto. La bajada al arroyo es bastante pronunciada y, una vez abajo, hay que tomar la decisión de cómo continuar: volver a subir y retroceder a hasta la entrada, o continuar sabiendo que vas a llegar a la parte trasera de la cueva y que vas a tener que atravesarla para empezar con la primera opción.
Personalmente, hice las dos opciones y, la verdad, es que si solo haces la primera opción es más que suficiente.
Valoración
Para gustos, colores. A mí personalmente no me gustó; es un ambiente demasiado intervenido. La cueva no tiene nada de especial más allá de las leyendas. Entiendo que han querido hacer un lugar accesible a todo el mundo, pero al final han dejado un lugar salvaje lleno de hormigón: el arroyo está totalmente encauzado, luces sin sentido, un escenario en mitad de la cueva, las escaleras para bajar son un monstruo…