Hace ahora unos mil años, Ribagorza vivió un momento histórico trascendental. El territorio pugnaba por salir de la bruma altomedieval y asentar su independencia política frente a musulmanes y estados cristianos vecinos. El asesinato del último y joven conde Guillermo en el valle de Arán, allá por el 1016, truncó esas aspiraciones.
El viejo condado, nacido al amparo de un depuesto conde tolosano en el año 872, sucumbió así ante el nuevo mapa político fraguado en tierras pirenaicas. Ribagorza fue incorporada a los dominios del rey pamplonés Sancho III el Mayor hacia 1019 y, más tarde, a los de Ramiro I rey de Aragón en torno a 1044.
Guillermo Isárnez
Guillermo Isámez (h. 1009- h. 1016) fue el último conde de la Ribagorza independiente. Hijo natural del conde Isarno, pronto fue enviado a la corte de Castilla, donde su tía Ava, casada con el conde castellano, tuteló su educación. Su padre murió en Monzón guerreando contra el infiel y, el gobierno recayó en Toda, la tía ya mayor y solterona de Guillermo.
La razzia de las tropas de Abd el- Malik agravó la crisis dinástica y Toda trató de superarla casándose con el viudo, anciano y ávido conde Sunyer de Pallars. La otoñal boda no fue la solución y la condesa cedió la sucesión a su querido sobrino.
La llegada del joven Guillermo Isámez en 1009, acompañado de una nutrida tropa de castellanos, terminó con la ocupación musulmana, restableció el orden y alimentó las esperanzas de los ribagorzanos. Posiblemente, sintió la necesidad de tener una residencia acorde con los nuevos tiempos y, por ello, debió decidir la renovación del viejo castro de Fantova hacia 1015.
Su reinado fue feliz, pero breve. El conde fue asesinado en el valle de Arán hacia 1016, adonde había acudido para reclamar los derechos señoriales que le correspondían.
Castillo de Fantova
La primera mención de Fantova data del año 960, cuando Odesindo, obispo de Roda, consagró una primera iglesia dedicada Santa Cecilia.
Por aquel entonces, el condado de Ribagorza atravesaba una etapa de esplendor bajo el gobierno de Ramón Il y su esposa Garsenda de Fazensac. Ellos fundaron la diócesis de Roda de Isábena y desplazaron las fronteras hacia el sur, reforzando así la autonomía religiosa y política de sus dominios.
Un precedente del actual castillo de Fantova fue su más avanzado e importante baluarte defensivo. A sus pies, quedaba una extensión de terreno recortado llamado Fonte Tova, donde alguno de sus manantiales de aguas termales ya eran conocidos desde tiempos romanos. En tanto que territorio, era considerado una civitas.
La elección del lugar fue la más acertada, pues toda esta zona, junto a Güel, se libró de la ocupación musulmana dirigida por Abd el-Malik entre 1006 y 1009.
La fortaleza que ahora conocemos surge con la llegada del conde Guillermo Isárnez, nieto de los fundadores del lugar que acabó con la invasión musulmana y la crisis de poder ribagorzana.
El recinto, que ocupa toda la planicie del promontorio, consta de una muralla en sus flancos sur y este, que son los más desprotegidos; un torreón circular; la capilla castrense; un cementerio de tumbas antropomorfas excavadas en roca; aljibe. En su día, también hubo bancales de cultivo.
La iglesia de Santa Cecilia fue reformada posteriormente. Las partes más antiguas están en el muro norte, donde todavía es visible la antigua puerta de paso al cementerio. Sus dos ábsides, uno en la cabecera, dirigida hacia el este, y otro a los pies, que aprovecha un bastión circular de la muralla, son del siglo XII. El acceso por el sur y las bóvedas de cañón apuntado entre arcos diafragma son ya del siglo XIII. Finalmente, el campanario es de época barroca.