Solsticio de invierno en Tromsø — Día 1

19 de diciembre de 2024. Amanecemos en Gdansk (Polonia). Ayer comenzó el que será nuestro último viaje del año y que nos va a llevar a pasar el solsticio de invierno en Tromsø (Noruega), dentro del círculo polar ártico. El viaje es ambicioso, pero también bastante corto: cuatro días en Tromsø más otros dos de escala en Gdansk y en París. La idea es experimentar la noche polar, recorrer la zona en coche y, si hay suerte, ver auroras boreales.

Desde Barcelona no había vuelos directos a Tromsø que encajaran con mis últimos días de vacaciones. Ayer volamos de Barcelona a Gdansk y hoy hemos volado de Gdansk a Tromsø. Además, de esta forma, tenía la posibilidad de conocer, aunque brevemente, la famosa ciudad de Gdansk; también era la opción más barata.

Paseo por Gdansk

A pesar de que ayer llegamos bastante tarde —nos echamos a dormir rozando las dos de la mañana—, hoy hemos querido levantarnos pronto para dar un paseo por Gdansk antes de volver al aeropuerto. Nuestro alojamiento estaba en pleno centro histórico y teníamos todo lo más representativo de la ciudad a muy pocos minutos a pie. De hecho, el propio edificio del alojamiento era un punto de interés turístico: el Dom Angielski.

En apenas un par de minutos hemos llegado al Długi Targ —plaza del mercado largo— donde hemos visto la famosa fuente de Neptuno. Justo al lado de la fuente hemos parado a desayunar en una simpática panadería-cafetería. Me ha sorprendido el precio del café, algo así como el doble que en España; supongo que estar en la parte más turística de una ciudad turística es lo que tiene.

Tras apurar el desayuno, hemos continuado nuestro paseo. Yo quería sacar eslotis para ampliar mi colección de divisas extranjeras, por lo que hemos ido a un cajero automático. Gracias a la compra de un bollo de pan de unos céntimos, he conseguido unas cuantas monedas y billetes.

Continuado el paseo hacia el oeste por la famosa calle Długa, hemos llegado al mercado navideño. El mercado estaba en las inmediaciones de la Katownia —literalmente puerta de la cámara de tortura— y la Brama Złota —histórica puerta renacentista de entrada a la ciudad—. Era demasiado temprano, por lo que todo estaba cerrado.

Ya de vuelta hacia el alojamiento, hemos visitado la espectacular Basílica de Santa María. Su interior, aunque austero, me ha gustado. Me ha sorprendido la gran cantidad de información que había por todas partes.

Sin tiempo para más, hemos vuelto al alojamiento a por el equipaje y hemos solicitado un Bolt para ir al aeropuerto.

Vuelo a Tromsø

Ya en el aeropuerto de Gdansk, el control de seguridad ha sido bastante rápido y en pocos minutos ya estábamos en el Executive Lounge desayunando por segunda vez. La sala me ha sorprendido para bien, ya que pensaba que era muy pequeña y sin apenas servicios, pero al final ha resultado ser una sala bastante apañada.

Antes de salir de Polonia, la idea era gastar los eslotis que me habían sobrado. Para variar, no he encontrado nada que mereciera la pena, así que me he quedado con el dinero. Intentaré cambiarlos por coronas noruegas o, si no, por euros. También es una buena excusa para volver a Polonia.

Llegamos a Tromsø

El vuelo ha sido muy placentero. Ha sido curioso ver como conforme íbamos subiendo hacia el norte iba anocheciendo cada vez más rápido; tanto que al llegar a Tromsø, a pesar de ser poco más de las dos de la tarde, ya era de noche cerrada.

Nada más pasar el control de seguridad hemos ido directos a la oficina de Hertz para recoger el coche de alquiler. Si bien he alquilado unos cuantos coches en unos cuantos países a lo largo de los años, esta vez me sentía como un primerizo por dos razones: conducción en condiciones invernales y coche 100% eléctrico. Pocas veces me ha tocado conducir mucho rato por nieve y hielo —siempre que se puede evitar esa situación, se evita— y tampoco había conducido un coche eléctrico hasta hoy. Mi inquietud respecto al coche eléctrico era más relacionada con la gestión de la energía y la recarga que con otra cosa.

Lo bueno de tener que enfrentarse a cosas nuevas es que, una vez superadas, pasas a ganar un conocimiento que empuja tus límites un poco más lejos. Es cierto que el coche, al menos al principio, ha sido un poco lioso porque, aunque estoy acostumbrado a conducir uno automático —el de mi mujer—, en este era todo distinto; mira que es sencillo conducir un coche automático, pero en este caso —Volkswagen ID.3— es como si hubieran querido darle una vuelta de tuerca a algo que es casi un estándar y, en mi opinión, lo han complicado innecesariamente.

Primera tarde en Tromsø

En poco más de un cuarto de hora hemos llegado al alojamiento. Hemos dejado el equipaje y nos hemos bajado a la ciudad.

Como a mí me gusta enfrentarme a los “retos” lo antes posible, lo primero que hemos hecho es probar a recargar el coche en la estación de carga de un centro comercial. Estos días de atrás me estuve informando sobre el asunto y todo ha ido como la seda; de hecho ya tenía hasta la aplicación de la estación configurada y lista para usar. Nuevo conocimiento desbloqueado.

Mientras se cargaba el coche hemos ido a dar nuestra primera vuelta por Tromsø. La primera impresión, desde luego, ha sido buena. Totalmente de noche, y con las calles nevadas y decoradas por Navidad, había un ambiente muy agradable. Eso sí, ya he visto que mi idea de traerme los crampones para las zapatillas ha sido un acierto: hay aceras muy traicioneras debido a la nieve y el hielo; mañana los usaré a ver qué tal.

Terminando el día

Con el coche ya recargado, hemos vuelto al alojamiento para comprar la cena y las cosas para los desayunos de estos días. En el mismo edificio del alojamiento hay un supermercado —cadena Kiwi— que no está mal. Nuestro alojamiento es tipo apartahotel, por lo que disponemos de cocina.

Hemos preparado la cena, hemos remoloneado un poco y a dormir, que mañana tenemos nuestra primera excursión en tierras noruegas.

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