31 de octubre de 2024. Después de dos días muy intensos, pero superinteresantes, hoy ha sido un día de transición. Aunque el día se me ha pasado, básicamente, viajando de Foz do Iguaçu a Buenos Aires, no por ello ha sido un día perdido.
De nuevo, para variar, me he despertado antes de las 5:00 y, de nuevo, he aprovechado para poner en orden algunas cosas.
Tras el último desayuno en el hotel, poco más había que hacer. Foz do Iguaçu, tema de seguridad aparte, no tiene mucho que ofrecer; en Google Maps solo he encontrado una librería, pero estaba lejos y no parecía gran cosa. He decidido quedarme en la habitación hasta la hora del check-out. Han sido unas horas muy productivas.
Camino a Buenos Aires
Como había pensado, he apurado hasta la hora del check-out, he pagado la cuenta y he salido a por un taxi. La jugada no ha salido del todo como esperaba porque Uber no ofrecía servicio transfronterizo. He ejecutado el plan B: pedir un taxi en recepción.
La taxista parecía algo molesta o estresada, quién sabe, y ha conducido, sin ofender, como una loca durante todo el trayecto. Además, estaba la barrera del idioma: estos días me ha sorprendido que en Foz do Iguaçu apenas nadie habla español o inglés, teniendo en cuenta que hacen frontera —dos simples puentes— con Paraguay y Argentina. Sea como fuere, al menos he llegado al aeropuerto.
Espera en el aeropuerto y embarque
He llegado con algo más de cuatro horas de adelanto. Estaba previsto. Tras pasar el control de seguridad —uno de los más sencillos que he visto nunca, parecía más el control de seguridad de un museo que no de un aeropuerto —, he ido directo a la sala Iguazú by AMAE Lounge. Sabía que era pequeña, pero me ha parecido casi ridícula. Al menos he podido comer un par de sándwiches.
He seguido haciendo cosas retrasadas y el tiempo ha volado. Ya era hora de ir a la puerta de embarque. Por cierto, ha sido la primera vez que me han hecho renovar el acceso a la sala al pasar del tiempo máximo por visita, un mero trámite.
De los dos vuelos internos que llevo aquí en Argentina me ha sorprendido la agilidad en todo el proceso. En los dos hemos salido puntuales y hemos llegado antes de lo programado. Que siga la racha.
De nuevo en Buenos Aires
Tras un plácido vuelo de poco más de una hora, he llegado de nuevo a Buenos Aires para reunirme con mi mujer y sus padres.
Lo primero que he hecho ha sido comprar la tarjeta de transporte SUBE. He intentado crearla virtual con su aplicación, pero al final me he dado por vencido: tras conseguir descargarla utilizando la VPN, en el proceso de registro pedían un DNI argentino. El transporte público en Buenos Aires, comparado con España, es muy barato. El trayecto del aeroparque al hotel me ha costado poco más de 0,40 €. Un Uber, en cambio, era más de 14 €.
En la entrada del hotel me he encontrado con mi mujer. Ha sido curioso ir andando por las calles de Buenos Aires y encontrarme con ella como si fuera algo fortuito.
Ya todos juntos, de nuevo, hemos ido a cenar a un restaurante cerca del hotel que nos habían recomendado. Yo me he pedido una famosa milanesa. He confirmado lo que me imaginaba: es el típico escalope de todo la vida, pero no se lo puedes decir porque se ofenden.
De vuelta al hotel, poco más. Mañana será mi primer día de visita a esta gran ciudad.