El occitano es un idioma hablado en la mayor parte del sur de Francia, en una región conocida como Occitania. Esta área cubre 34 departamentos y seis regiones, extendiéndose también a partes de otras dos regiones, con una superficie total de 200,000 km². En Francia, después del francés, el occitano es el idioma más significativo, con más de tres millones de hablantes actualmente.
El occitano no se limita a Francia; también se habla en la Val d’Aran, en España, donde es cooficial junto con el catalán y el español. En Italia, es reconocido como una lengua histórica en varios valles alpinos, permitiendo su uso en la educación y medios de comunicación. Sin embargo, en Francia, no está oficialmente reconocido y carece de estatus legal.
Una lengua romance
El occitano es una lengua romance como el catalán, español, francés, y otros. Surgió en el siglo IX sin un nombre definido, conocido simplemente como lengua romance vulgar. Con el tiempo, los nombres del occitano se relacionaron con las regiones donde se hablaba, como gascón, lemosín, o provenzal.
En el siglo XIV, Dante Alighieri lo llamó “langue d’oc” para diferenciarlo de otras lenguas romances. El término “occitano” proviene de un adjetivo latino creado en el siglo XIV por la administración francesa, designando las áreas donde se hablaba este idioma. Posteriormente, se formó el nombre “Occitania” para describir el territorio de habla occitana, diferenciándolo del área donde se hablaba francés.
Una lengua diversa
El occitano, como todas las lenguas extendidas por un amplio territorio, presenta variaciones significativas. Estas diferencias son principalmente fonéticas, pero también pueden ser morfológicas, sintácticas o léxicas.
Dentro del occitano, hay tres variedades principales: norte, sur y gascón. El occitano del norte se divide en lemosín, auvernia y alpina, mientras que el del sur incluye languedoc y provenzal. Por otra parte, el gascón es una variante bien definida y coherente. Las variaciones no tienen límites precisos, lo que permite la intercomprensión entre las diferentes variedades. Las zonas de transición facilitan el paso de un dialecto a otro sin barreras claras, lo que mantiene la unidad lingüística.
El idioma, el país y la gente
El occitano desempeña un papel clave en la toponimia y los nombres personales en el sur de Francia. La mayoría de los nombres de lugares y personas se originaron entre los siglos XI y XIV, reflejando elementos geográficos, económicos y culturales.
Estos nombres han sido alterados con el tiempo debido a la francización, dificultando su reconocimiento y comprensión en la actualidad. Los nombres de lugares y personas son a menudo difíciles de identificar porque han sido modificados fonética y gráficamente. A pesar de estos cambios, sigue siendo fundamental para entender la historia y la cultura de esta región.
Lengua administrativa
Desde el siglo XII, el occitano reemplazó al latín como lengua administrativa y jurídica en su territorio. Se convirtió en el idioma de numerosos documentos públicos y privados, como cartas, registros notariales, y crónicas.
El occitano también se usó en el País Vasco para documentos legales y administrativos desde el siglo XII hasta el XVI. Sin embargo, en 1539, la Ordenanza de Villers-Cotterêts impuso el uso exclusivo del francés en documentos oficiales, lo que provocó la desaparición del occitano como lengua administrativa en Francia en los siguientes 50 años. Este proceso marcó el comienzo de la marginación del occitano.
Lengua científica
En la Edad Media, el occitano también fue una lengua de la ciencia y la técnica. Se escribieron tratados en matemáticas, medicina, alquimia, y ciencias naturales, algunos originales y otros adaptados del latín.
Entre las obras destacadas se encuentra el Breviari d’Amor, un poema didáctico que aborda temas como teología y astronomía. También destacan tratados médicos como la Cirurgia de Albucassis, traducido del árabe, y la Notomia de Henri de Mondeville, traducida del francés. Estos textos reflejan la rica tradición científica y literaria del occitano en ese período.
Francés, idioma del rey
A finales de la Edad Media, el francés comenzó a reemplazar al occitano en territorios occitanos anexados por Francia. La Ordenanza de Villers-Cotterêts en 1539 impuso el francés en todos los documentos oficiales, lo que llevó a la desaparición del occitano como lengua administrativa en unos 50 años.
El occitano comenzó a ser marginado y su uso fue reducido a contextos no oficiales. La expansión del reino francés y la centralización administrativa contribuyeron a esta sustitución, marcando el inicio de la dominación del francés sobre otras lenguas regionales, como el occitano.
El primer renacimiento occitano
Durante el siglo XVI, a pesar de la imposición del francés como lengua oficial, surgió un renacimiento literario occitano.
Poetas como Pey de Garros y Auger Gaillard comenzaron a escribir en occitano para reivindicar su dignidad. Este movimiento literario buscaba preservar y dignificar el uso del occitano en un contexto donde el francés ganaba prestigio. Este renacimiento ocurrió mientras el occitano desaparecía como lengua administrativa, mostrando la resistencia cultural a el creciente afrancesamiento. El renacimiento fue especialmente fuerte en Gascuña, Languedoc y Provenza.
El afrancesamiento de Occitania
El francés se difundió en las ciudades gracias a la administración real, la imprenta y la educación secundaria en colegios religiosos. Esta enseñanza en latín, con creciente énfasis en el francés, satisfacía las necesidades del progreso económico. A medida que el francés se convirtió en la lengua del poder, se hizo esencial para el avance social. Esto llevó a un mayor uso del francés y a la progresiva sustitución del occitano en la vida cotidiana.
La resistencia lingüística en Bearn
Bearn, bajo el reino de Navarra, no estuvo sujeto a la Ordenanza de Villers-Cotterêts, por lo que el occitano siguió siendo la lengua oficial. Aunque Luis XIII anexó Bearn en 1620 e impuso el uso del francés en la administración real, los Estados de Bearn continuaron utilizando el occitano en sus deliberaciones hasta la Revolución Francesa en 1789.
Esta resistencia lingüística permitió que el occitano permaneciera como un idioma oficial en Bearn por más tiempo que en otras regiones occitanas, manteniendo su presencia en la administración local.
La Revolución y el occitano
Durante la Revolución Francesa, la centralización promovió la adopción del francés como el único idioma de la nación.
Las lenguas regionales, como el occitano, fueron consideradas peligrosas y asociadas con el pasado y la contrarrevolución. El francés fue promovido como el “idioma de la libertad”, y se implementaron políticas para eliminar el uso de otros idiomas. Las instituciones revolucionarias se encargaron de garantizar el afrancesamiento en todo el territorio nacional. Esta política marcó un punto crucial en la marginación del occitano, ya que fue visto como un obstáculo para la difusión de ideas revolucionarias.
La caza del patois
La falta de recursos impidió que la Convención Revolucionaria implementara completamente su programa para erradicar los patois —forma peyorativa de referirse a las demás lenguas que no fueran el francés—, incluyendo el occitano, que seguía siendo la lengua principal en gran parte de Occitania.
La Tercera República, con las leyes de Jules Ferry entre 1881 y 1885, estableció la educación primaria obligatoria y gratuita, impartida exclusivamente en francés, prohibiendo otros idiomas en la escuela. Esta política de exclusión lingüística continuó durante la primera mitad del siglo XX, reforzando la marginalización del occitano. La Primera Guerra Mundial intensificó el uso del francés entre los jóvenes occitanos.
Frédéric Mistral y Félibrige
En el siglo XIX, estudios sobre la lengua occitana y las obras de los trovadores llevaron a un renacimiento lingüístico. En 1854, poetas como Frédéric Mistral fundaron el movimiento Félibrige, que buscaba revitalizar el occitano a través de la literatura. Este movimiento tuvo un impacto significativo en toda Occitania, promoviendo la creación de escuelas y asociaciones que fomentaron la producción literaria en occitano hasta mediados del siglo XX. El Félibrige desempeñó un papel crucial en la preservación y promoción del occitano como una lengua literaria y cultural.
El nacimiento del occitanismo
Después de la Primera Guerra Mundial, surgió un deseo de renovación en Occitania, con intelectuales que no se identificaban con el movimiento Félibrige. En 1930, se fundó la Société d’Études Occitanes en Toulouse, con el objetivo de normalizar la lengua. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Société se transformó en el Institut d’Études Occitanes, marcando el inicio del occitanismo.
Este movimiento se centró en la revitalización de la lengua y la creación literaria, adaptándose a las circunstancias modernas. El occitanismo dio lugar a iniciativas culturales y políticas para promover y proteger el occitano.
Occitano en el siglo XXI
Hoy en día, el occitano ha experimentado un resurgimiento en el ámbito educativo y cultural.
En la región española de Val d’Aran, donde es cooficial, el occitano tiene un estatus legal significativo. En Francia, a pesar de la falta de reconocimiento oficial, ha habido un aumento en la enseñanza del occitano en las escuelas y universidades, y un interés renovado en la literatura y cultura occitanas. Sin embargo, el idioma sigue enfrentando desafíos debido a la dominancia del francés y la globalización. Aun así, el occitano continúa siendo un símbolo de identidad y patrimonio cultural en la región de Occitania.