31 de julio de 2024. Del fiasco de ayer, al menos, aprendí algo: hay que verificar en la aplicación de los Juegos Olímpicos la situación de las competiciones por si acaso. Hoy, como ayer, iban a decidir si se hacía la prueba o no. La dicisión se tomaría a las 4:00 y lo comunicarían.
Como soy como soy, a las 3 de la mañana ―sin despertador― me he despertado y he comprobado si habían dicho algo sobre si se podía nadar o no en el Sena. Aún no habían dicho nada. Desde ese momento he estado en un duermevela; hasta he soñado con que cambiaban el segmento de natación a un lago que me he inventado.
Al final, a las 5 de la mañana, lo he vuelto a comprobar y… ¡se iba a poder nadar en el Sena! Se iban a celebrar las dos pruebas como dijeron ayer: a las 8:00 las mujeres y 10:45 los hombres. ¡El gran día había llegado! Por fin iba a ver en directo una competición ―de un deporte que me encanta y que practico― en unos Juegos Olímpicos.
Rumbo al puente de Alejandro III
Los tiempos y los pasos han sido los mismos que ayer: desayunar, ir a la estación de trenes e ir al puente de los Inválidos.
Incluso antes de salir del metro ya he visto que la situación era muy distinta a la de ayer. Había muchísima más gente y muchas de esas personas iban ataviadas para la situación; de hecho, he ido en el vagón con unos simpáticos noruegos que llevaban su bandera hasta, literalmente, en las uñas.
Al salir del metro y llegar al puente de Alejandro III, solo he acertado a pensar una cosa: ¡qué iluso soy! Ayer creí tener suerte porque había llegado pronto y pude pillar buen sitio. Eso fue porque la gente sabía que no había competición. Hoy la historia ha sido muy distinta. Ya había mucha gente a lo largo de casi todo el recorrido, el puente de los Inválidos estaba cerrado, y me he dado con un canto en los dientes por encontrar un hueco junto al puente. Al menos desde allí podía ver por donde iban a pasar las triatletas.
Cita con la historia, con mi historia
Algo que aún no he comentado es que, por supuesto, no todo iba a ser de color de rosa. Estaba lloviendo. De hecho, llevaba lloviendo desde que había salido del hotel. En casa, antes de empezar el viaje, pensé en pillar el paraguas y ayer estuve a punto de comprar uno; lo tuve en la mano. Al final ni pillé mi paraguas ni compré uno.
En Windy ―mi aplicación de referencia para todo lo relacionado con el tiempo― he visto en el radar que la lluvia no iba a durar todo el día ―de hecho se esperaba sol desde el comienzo de las competiciones― y que iba a pasar, pero lentamente. Al final ha parado de llover después de más de una hora debajo de la lluvia, sin paraguas ni chubasquero. Al menos hacía buena temperatura.
La lluvia ha parado media hora antes de que las mujeres se lanzaran al agua, pero la carretera iba a estar muy mojada. Es decir, iba a ser un segmento ciclista muy peligroso debido a la combinación de agua y curvas cerradas.
Empieza la fiesta: mujeres
Las triatletas se han echado al agua con rigurosa puntualidad para comenzar con el segmento de natación. La salida ha sido algo extraña, por decir algo, porque debería haber sido salida nula: la mitad de las triatletas se han lanzado al agua antes de tiempo. Por culpa de esto, algunas mujeres han dudado y se han lanzado más tarde perdiendo tiempo y, lo más importante, los pies de las demás.
Hace unos días leí que era posible que debido a la fuerte corriente en el Sena tampoco se pudiera celebrar la natación. Al final, por suerte para los aficionados, esto tampoco ha sido motivo de cancelación o aplazo. Eso sí, realmente ha sido increíble ver como luchaban contra la fuerte corriente, especialmente al pasar por los ojos del puente. Triatletas profesionales avanzando a velocidad de dominguero. Eso lo dice todo.
Desde donde estaba no veía la zona de transición, pero gracias al móvil y a las aplicaciones de RTVE y Movistar+ he podido seguirlo. Ver deporte en directo es muy emocionante, pero la verdad es que desde la televisión es desde donde mejor se ve.
Ya en el segmento ciclista, y en cuanto han pasado por mi posición por primera vez, he dejado mi sitio en el puente y me he ido andando a lo largo del recorrido para ver mejor a las triatletas. Ha sido muy agradable porque, aunque había mucha humedad, aún se mantenía el frescor después de la lluvia.
Tras los 40 km reglamentarios en el segmento ciclista, han ido llegando a la zona de transición. En este momento, estaba bastante cerca de allí, pero me he perdido la llegada de las primeras. Aun así, ha estado genial poder ver en directo a las mejores triatletas del mundo bajarse de la bicicleta y ponerse a correr.
El segmento de carrera a pie ha sido igualmente emocionante. Como en cabeza iban dos francesas junto con una suiza y una británica, los locales estaban eufóricos. Al final, para éxtasis de los franceses, ha ganado Cassandre Beaugrand, una de las dos francesas.
Continúa la fiesta: hombres
Tras una breve pausa de apenas cuarenta y cinco minutos, que he aprovechado para ir a un supermercado a comprar algo para comer y beber, ha dado comienzo la carrera masculina.
Ya eran las 10:45 y se notaba que había venido muchísima más gente que al principio de la jornada. Por desgracia, también la temperatura había subido mucho, aunque por suerte la humedad había bajado bastante.
Como sabía que iba a ser imposible poder ver el segmento de natación, he ido directamente a una zona donde anteriormente había visto que había poca gente y sombra para ver el segmento de ciclismo. Ha sido un acierto medias porque al final el sol me ha alcanzado. Aun así, he podido disfrutar de las siete vueltas que han dado al circuito y he podido verlos bastante cerca desde distintos puntos.
Después de la última vez que han pasado por donde yo estaba durante el segmento de ciclismo, he ido a la parte del circuito del segmento de carrera pie. No sé de dónde ha salido tanta gente, pero había como cinco o seis filas de personas delante de mí. De aquellas maneras, he podido ir viendo a los triatletas en las cuatro vueltas que han hecho al circuito antes de terminar. El calor era realmente asfixiante y casi ha sido un alivio cuando ha terminado la competición.
Al final ha ganado el triatleta británico Alex Yee en un final de infarto al ganarse la medalla de oro en los últimos metros.
Seguimos con la visita turística
Tras la conclusión del triatlón, nos hemos reunido en la Madeleine ―era el sitio más sencillo al que podía llegar en ese momento, estaba todo cerrado― para continuar la visita turística a París. Mi mujer no me ha acompañado a ver el triatlón porque, si ya de por sí ir a ver algo que ni te va ni te viene te quita las ganas, levantarte tan pronto para eso aún te las quita más.
Antes de ir a los dos puntos que queríamos visitar, hemos hecho un par de paradas técnicas: la primera para tomar un café frío e ir al baño y la segunda para comprar agua ―y de paso un postre―.
Ahora sí, descansados y con algo menos de calor, hemos ido a por nuestros objetivos: museo de Marie Curie y el Panteón.
El museo de Marie Curie es un pequeño museo donde puedes ver, entre otras cosas, el escritorio y el laboratorio donde trabajó Marie Curie. Impresionante. Encontrarte en un lugar donde trabajó una de las mejores mentes de los siglos XIX y XX da, como mínimo, respeto.
Muy cerca del museo de Marie Curie se encuentra el Panteón. Curiosamente, entre otros personajes célebres como Voltaire o Rousseau, allí se encuentra inhumada, junto a su marido Pierre, Marie Curie. No recuerdo si había estado dentro del Panteón en alguna de mis anteriores visitas a París, pero hay que reconocer que es impactante. Aprovechando que estaba a escasos metros de la tumba de Rousseau, me he comprado una de sus obras más célebres: Du contrat social.
Paseo al atardecer
Una vez hechas las visitas que teníamos planificadas para la tarde, hemos comenzado un pequeño paseo en dirección norte hacia el Sena. A lo largo de nuestro paseo hemos ido pasando por lugares tan emblemáticos como la universidad de La Sorbona, hemos entrado en la famosa librería de Shakespeare and company y nos hemos sentado a buscar un sitio donde cenar con la catedral de Notre-Dame como testigo.
Como esta era nuestra última noche en París, hemos pensado que qué mejor manera de disfrutar de la cena que a orillas del Sena. A orillas, más o menos. Hemos cruzado andando la Isla de la Cité, no sin antes detenernos a contemplar Notre-Dame ―aun en obras tras el devastador incendio del 15 de abril de 2019―, y hemos cenado en una típica terraza parisina con la Conciergerie de fondo a escasos metros del Sena.