29 de julio de 2024. Hoy hemos comenzado uno de los viajes que más tiempo llevaba queriendo hacer. Años. En este caso, el destino no era lo importante, sino el porqué. Hoy hemos llegado a París para vivir desde dentro unos Juegos Olímpicos.
Como deportista amateur, y como a millones de personas en todo el mundo, siempre me han llamado mucho la atención los Juegos Olímpicos. No sabría decir qué tienen de especial, si es su remoto pasado, si es porque se celebran cada cuatro años o si es porque es un evento donde ves el resultado de tanto esfuerzo de deportistas en los que te miras. Sea como fuere, el caso es que casi todo el mundo coincidimos en lo mismo: los Juegos Olímpicos son especiales.
Rumbo a París
Como tantos otros viajes, este ha comenzado en el aeropuerto de Barcelona. El vuelo salía a las 8:25, por lo que hemos hecho noche cerca del aeropuerto para evitarnos casi tres horas de coche desde casa. Una vez en el aeropuerto, y tras los trámites habituales, hemos tenido una plácida espera en la sala VIP Canudas de la terminal 2.
Tras unas dos horas de espera, el vuelo TO4751 de Transavia ―nueva compañía para mí― ha salido con algo de retraso, pero en apenas hora y cuarto nos ha llevado París llegando con casi media hora de adelanto; es lo que tiene poner duraciones no reales para llegar siempre a tiempo incluso saliendo tarde.
Hemos llegado al aeropuerto de Orly ―al sur de París― y en apenas media hora hemos llegado al centro de la ciudad gracias al metro.
Primeras impresiones
Nada más salir de la parada del metro de Madeleine, hemos dejado las mochilas en una consigna y nos hemos puesto en marcha.
Justo ha sido salir de la consigna y un policía nos ha dicho, muy amablemente, que teníamos que abandonar la calle. Nosotros y el resto de transeúntes. No nos han dado ninguna explicación y tampoco parecía que hubiera una razón evidente para ello. Como buenos ciudadanos cívicos hemos obedecido sin cuestionarlo. Lo que no sabíamos en ese momento es que eso iba a ser algo habitual y en apenas unas horas nos llegaríamos a desesperar con los cortes de calles.
Ouvrons Grand les Jeux
“Ouvrons Grand les Jeux”, o en castellano “Abramos a lo grande los Juegos”, es el lema de los Juegos Olímpicos de París 2024 y, efectivamente, hemos tardado muy poco en entender su significado.
Dejando la iglesia de la Madeleine a nuestras espaldas hemos ido bajando hacia la plaza de la Concordia. Bueno, a donde suele estar la plaza de la Concordia. No es que la plaza haya desaparecido, sino que en ella han instalado una de las sedes de los Juegos ―sede de skateboard si no me equivoco―. Eso significa abrir los juegos.
Es la primera vez que estoy en una ciudad en la que se están celebrando unos Juegos Olímpicos, y siempre me lo había imaginado con distintos edificios ―sedes― donde se celebrasen las pruebas. Pues bien, En París 2024, muchas de las sedes, tal y como hemos ido viendo a lo largo del día, se han instalado en las calles, no en edificios como tal.
La idea de repartir las sedes de esta forma no me parece nada mal, el único problema que le he visto es que la ciudad ―el centro― está patas arriba. Constantemente te encuentras vallas que te impiden el paso, de pronto la policía te dice que no puedes pasar, que la calle a la que ibas a entrar está cortada desde ese mismo momento, etc. Todo esto, junto con la falta de información sobre pasos alternativos, hacen que llegues a tener una sensación de incomodidad y de cierta angustia al tener que estar dando rodeos constantemente.
Hora de comer
Después de pasear por las orillas del Sena y de echar un vistazo por la sede del puente de Alejandro III, donde mañana iré a ver el triatlón femenino, hemos ido a comer.
La idea original era haber ido a un parque a comer, pero ante la imposibilidad de encontrar un baño público, hemos decidido entrar a comer en un restaurante. Resulta que era un restaurante griego, así que ha sido una agradable sorpresa. No ha sido tan agradable ver que no había aire acondicionado habiendo más de 30 °C en la calle. Esto también ha sido algo que en ese momento no sospechábamos que iba a ser algo habitual a lo largo de todo el día.
Arrastrándonos bajo el sol
También ha sido casualidad que haya llegado una ola de calor justo cuando hemos llegado, siendo que estos días de atrás a penas pasaban de los 25 °C; a lo largo del día hemos pasado de los 35 °C.
Después de comer hemos continuado nuestro paseo. Hemos ido al Campo de Marte para ver la torre Eiffel, pero, de nuevo, otra sede en plena ciudad ―esta vez de voleibol playa― nos ha “arruinado” el plan. Nos hemos quedado sin la típica foto de la torre Eiffel desde la explanada del Campo de Marte, pero a cambio hemos podido descansar a la sombra en el césped. Se ha agradecido.
La última cosa que queríamos hacer hoy era ir a la tienda oficial de los Juegos, pero hemos desistido al ver la enorme cola que había para entrar; tranquilamente podría ser de más de una hora de espera.
Cerrando el día
Antes de ir a recoger las maletas e ir al hotel, hemos hecho una pequeña parada para tomar algo fresco. De nuevo sin aire acondicionado o muy tenue. Sin comentarios.
Con las mochilas de nuevo en nuestras espaldas, ahora sí, hemos puesto rumbo al hotel para cenar e irnos a dormir que mañana, seguro, será un gran día.