5 de mayo de 2024. Último día del viaje. Hoy ha sido uno de esos días en los que en realidad no haces nada, pero son inevitables en los viajes. Hoy era día de regreso a casa. El primer vuelo salía a las 11:20 y el segundo —hemos hecho escala en Viena— a las 17:30. Es decir, hemos estado todo el día viajando.
A mí personalmente no me disgustan estos días. Es más, disfruto mucho de las estancias en los aeropuertos.
Camino al aeropuerto
Como la hora de salida del primer vuelo era bastante buena, no hemos tenido que ir con prisas. Ayer ya dejamos todo listo para despertar, asearnos e ir a desayunar donde casi todos los días. La panadería estaba a un minuto de la parada del tranvía, así que hemos tenido tiempo para disfrutar del desayuno.
Ya desayunados hemos puesto rumbo al aeropuerto. De nuevo hemos escogido la opción de transporte público —combinación de tranvía y autobús— y así hemos dejado a cero el saldo de la aplicación del transporte público de Zagreb.
El trayecto hasta el aeropuerto ha sido de algo menos de una hora, pero en este último trayecto Zagreb nos tenía preparado un último regalo: el tranvía era de los viejos; ni me he llegado a sentar y eso que iba vacío.
Primer vuelo del día
Al llegar al aeropuerto me ha sorprendido la tranquilidad que reinaba. No había casi gente y pasar el control de seguridad ha sido a penas 5 minutos en total. Aún quedaban dos horas hasta la salida del vuelo, así que me he ido a la sala VIP Primeclass lounge. La verdad es que me ha sorprendido la calidad de la sala para ser un aeropuerto relativamente pequeño.
Ya era hora de embarcar, así que hemos ido a la puerta de embarque. Casi nada más llegar ha comenzado el embarque aunque, una vez más, hemos tenido que ir en autobús hasta el avión.
Este primer vuelo del día ha sido especial. Ya lo vi ayer al hacer el check-in: íbamos a volar en un pequeño ATR-72, es decir, un avión de hélices; si no me equivoco ha sido la primera vez que lo he hecho. Además, justo me ha tocado a la altura de las hélices, por lo que el vuelo ha sido aún más emocionante.
El vuelo OS684 de Austrian Airlines ha transcurrido con total normalidad. A pesar de ser un vuelo muy corto —poco más de 45 minutos—, nos han dado una botella de agua y una chocolatina. Entre que era un avión de hélices —su altura de vuelo siempre es más baja que los aviones de turbinas— y que era una distancia corta, hemos volado por debajo de las nubes altas —poco más alto de 5.000 metros— y hemos podido mirar «de tú a tú» a algunas montañas. Ha sido un vuelo muy agradable y entretenido.
Escala en Viena
En Viena hemos tenido una escala de 5 horas; demasiado justo para bajar a la ciudad —aunque existe un tren express que baja en 16 minutos, pero cuesta casi 25 €—. Nos hemos quedado en la sala VIP Austrian business lounge y la verdad es que nos ha gustado mucho: buena comida, cómodos sillones donde descansar, buen internet y, lo mejor, vistas a las plataformas y a la pista. La escala casi se nos ha hecho corta.
Vuelo a Barcelona y fin de viaje
Hemos llegado a la puerta de embarque cuando ya estaba iniciado; de nuevo nos daba un poco igual porque estábamos en el último grupo de embarque. El vuelo OS393 de Austrian Airlines no iba lleno, así que esta vez no hemos tenido ningún problema con el equipaje. De hecho, hasta hemos tenido libre el tercer asiento. De nuevo ha sido un vuelo bastante plácido.
Como tenía alguna milla acumulada en el sistema de millas de Lufthansa —Miles & More— y al final se me acaban caducando, he probado, por primera vez, a pillarme un café con millas. Tras algunos pequeños problemas con el QR, el azafato ha terminado por escribir mi número de socio a mano, pero al final he obtenido mi café —bastante regular y por el que jamás hubiera pagado los 3,70 € que pedían—.
Tras algo más de dos horas de vuelo, hemos llegado a Barcelona, hemos ido a por el coche y hemos dado por terminado el viaje.