4 de mayo de 2024. Nuevo día completo en Zagreb. Hoy queríamos dedicar el día a terminar de ver algunas cosas que aún no nos habían dado tiempo. Tras un par de días bastante intensos —interesantes y muy bien aprovechados—, hoy queríamos tener un día algo más tranquilo. No lo hemos conseguido.
Como todos los días, misma rutina: despertar, asearnos, preparar las cosas y salir a desayunar. Hoy hemos probado un nuevo sitio para desayunar y ha sido todo un acierto. Me he dado el gusto de desayunar una Kremšnita —la probamos en el postre de la cena del primer día— con un buen café latte.
Cementerio de Mirogoj
Una de las recomendaciones sobre qué visitar en Zagreb, como sucede en tantas ciudades, es su cementerio. En Zagreb, el cementerio de Mirogoj alberga varias tumbas de personas célebres —en la zona— e interesantes recuerdos.
Para llegar al cementerio hemos pillado un autobús justo en frente del alojamiento que nos ha dejado en la misma puerta del cementerio.
El cementerio es enorme y tiene tumbas de varias confesiones religiosas: cristianos, ortodoxos, judíos, etc. Hemos visto tumbas de mediados del siglo XIX, tumbas monumentales, tumbas sencillas, etc. Pero sin lugar a dudas, lo más espectacular han sido las sepulturas de los combatientes en la Segunda Guerra Mundial. En el llamado cementerio alemán hay unas placas con una cantidad indecente de muertos. Qué baño de realidad te das cuando las cifras se convierten en algo tangible como son las tumbas.
Gracias —por decir algo— al monumento a los fallecidos en un accidente ferroviario, hemos investigado y aprendido sobre este horroroso accidente que tuvo lugar en 1974 en la estación de trenes de Zagreb; el peor de la historia del país y uno de los peores de toda Europa.
Por último, hemos visitado la tumba del célebre presidente Franjo Tuđman, primer presidente de la Croacia independiente. El aeropuerto de Zagreb lleva su nombre; en España el de la capital lleva el nombre de un franquista.
Por cierto, a lo largo de todo el cementerio, y en especial en la Crkva Krista Kralja, aún se puede apreciar el efecto de los terremotos de los últimos años; hay bastantes tumbas dañadas —sobre todo las que tienen decoraciones altas—.
Museo de la ciudad de Zagreb
El primer día en Zagreb —el primer día entero— no nos dio tiempo a visitar ningún museo de historia. Eso sí, tuvimos dos clases magistrales en los dos recorridos guiados de más de cinco horas en total que hicimos por las calles de la ciudad.
Como no nos podemos ir de ninguna ciudad sin visitar algún museo de historia, hemos seleccionado el de la ciudad por parecer más interesante.
De nuevo nos hemos ahorrado unos euros —dos por persona— con el carnet universitario. La visita ha sido interesante, aunque por desgracia había muchas cosas solo en croata. De hecho estaba en croata lo que más nos interesaba: la descripción de los objetos en exposición —los carteles de historia sí estaban en inglés, pero no nos han aportado muchos datos nuevos—. Gracias a internet y Google Translate hemos podido traducir a tiempo real.
Una de las cosas que más me ha gustado del museo ha sido precisamente el edificio en sí: Convento de las Clarisas, que data de 1650. Por cierto, el museo de la ciudad de Zagreb tiene más de 100 años, fue inaugurado en 1907. Impresionante.
Hora de comer
Era poco más de mediodía, pero el hambre ya apretaba, así que hemos ido a comer. Hemos vuelto a intentar comer en el mismo sitio que intentamos cenar la primera noche y esta vez, por fin, hemos tenido suerte —es lo bueno de llevar horarios no comunes—.
El restaurante era especialista en lo que cenamos el primer día: ćevapčići. Deliciosos. Bastante mejor que el del primer día y eso que aquellos también estuvieron muy bien.
Con la tripa llena, cansados y con calor —hoy ha salido el sol—, hemos vuelto al alojamiento a echar una merecida siesta.
Última tarde en Zagreb
Ya con las fuerzas recuperadas hemos salido a la calle a dar nuestra última vuelta por Zagreb. No teníamos nada planificado, así que hemos improvisado un poco.
Lo primero que hemos hecho es ir a tomar un café. La tarde estaba muy agradable —cielo despejado y buena temperatura— así que hemos salido a la terraza.
Nos hemos tomado nuestro tiempo en tomarnos el café y mientras hemos ido pensando en cómo ir mañana al aeropuerto. Como hemos estado utilizando la aplicación del trasporte público de Zagreb y hay que hacer recargas de al menos un euro —a partir de ahí lo que quieras, incluidos céntimos—, no queríamos que se nos quedase saldo. Al final hemos echado cálculos y hemos recargado para el trayecto de mañana y para darnos un capricho: ir a la parada del tranvía y pillar el primero antiguo que viniera y dar una pequeña vuelta en él. Hemos acabado en el Teatro nacional de Croacia y el trayecto ha estado genial. Había poca gente y he podido ir en la parte de atrás.
Desde el Teatro nacional de Croacia hemos vuelto al centro andando poco a poco. Ya en el centro hemos vuelto a entrar en la librería de ayer y he salido con otros dos libros: uno de historia de Croacia y otro de reportajes de viajes. Los agramitas —gentilicio de las personas que viven en Zagreb—, no saben —o sí— la suerte que tienen de tener tamaña librería con libros en inglés.
Ya atardeciendo hemos pasado por alguna tienda de recuerdos para comprar algunos regalos y poco más. Nos hemos ido a cenar a un restaurante al lado del alojamiento —tan cerca que pillábamos el Wifi de la habitación—. La cena ha estado muy bien pero, de nuevo, demasiado copiosa.
Cenados y con la noche ya echada nos hemos ido a la habitación a preparar todo para mañana y a descansar.