31 de marzo de 2024. Hoy ha sido un día algo anodino —y para colmo, el cambio horario nos ha robado una hora—. Al estar a cuatro horas y media de casa en coche, ser festivo, vuelta de vacaciones y haber previsión de mal tiempo, la mejor idea era tratar de volver lo antes posible.
Si ya desayunar a las 8:30 es muy tarde para mí, hoy lo hemos hecho a las 9:00. Según la anfitriona, al cambiar la hora iba a estar muy oscuro a las 8:30. La verdad es que a esa hora ya casi hacía falta gafas de sol, pero bueno, es lo que hay.
Desayuno y rumbo a casa
Tras un nuevo delicioso desayuno —aunque es verdad que no sé cuántos días más podría seguir con este ritmo de ingesta masiva de calorías—, hemos terminado de recoger todo, nos hemos despedido de Francine, del perro y de los gatos y hemos puesto rumbo a casa.
Hemos tenido la misma disyuntiva que la ida: ¿por dónde pasamos a España? Volvíamos a tener las mismas opciones: Somport, Portalet, Bielsa y Vielha. En Portalet y en Bielsa había riesgo de nieve —de hecho luego he visto que efectivamente estaba nevando— y en Vielha había riesgo de mucho tráfico, además de ser la opción más larga. Al final la decisión ha sido volver por donde vinimos. En Somport, gracias al túnel, no se sube tan alto y no había previsión de nieve —sí en la cima del puerto viejo, pero la evitas con el túnel—.
Hemos vuelto a parar en el E.Leclerc de Oloron para comprar cosas para casa. En Francia, los supermercados siempre abren los domingos en un horario reducido de 8:30 a 12:30; algo que es tremendamente útil para nosotros porque muchas veces que volvemos de Francia es domingo.
Frontera y comida
Una vez hechas las compras en Oloron, ahora sí, rumbo a España.
El valle del Aragón también suele tener bastante tráfico, sobre todo en fin de semana y festivos, pero como hemos pasado al mediodía no había mucho.
Después de tres días dándonos homenajes en las comidas, hoy queríamos comer ligero. Hemos parado en una zona de descanso poco antes de llegar a Jaca. Estaba lloviendo, así que hemos tenido que comer dentro del coche —la mesa plegable estaba tan tranquila en el maletero—. Es algo más incómodo, pero bueno, uno se puede tomar una ensalada de pasta en cualquier sitio.
Como íbamos muy bien de tiempo, hemos estado viendo un poco de un capítulo de una serie y después… ¡siesta! No ha sido muy larga, pero me ha sentado genial después de la comida y de dos horas de coche —y otras dos horas que quedaban por delante—.
Casa
Lo bueno de vivir en un sitio donde la gente viene de vacaciones, es que, cuando tú regresas a casa, la gente se va. Ves el carril izquierdo con tráfico y tú vas tan tranquilo por el derecho sin apenas tráfico.
A diferencia de a la ida, esta vez no hemos pasado por Huesca, sino que hemos ido por el eje pirenaico hasta Campo y desde allí a casa, terminando así nuestras vacaciones de Semana Santa.