Semana Santa en Euskal Herria — Día 1

Louhossoa
Vista de Louhossoa

28 de marzo de 2024. Aunque desde que empezó el año he hecho varios viajes, este va a ser el primero por vacaciones propiamente dichas —a Alemania fui a ver la copa del mundo de biatlón, a Austria a esquiar y a Italia para asistir a una jornada de análisis de datos—.

El viaje ha comenzado metiendo el equipaje en el coche y poniendo rumbo a Huesca. ¿Por qué a Huesca si íbamos a Euskal Herria? Pues porque tras mucho pensarlo, decidimos cruzar a Francia por el puerto de Somport —también podíamos hacerlo por Portalet, Bielsa o Viella, tardando, más o menos, lo mismo— y, en vez de ir por Aínsa y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, pasar por Huesca para conocer Lapaca.

Parada en Lapaca

Lapaca —regentada por Raúl Bernal, mejor maestro chocolatero de España en 2011— pasó a la fama el pasado año 2023 cuando le dieron el premio al mejor bombón de España.

Reconozco que no soy objetivo con estos sitios de moda y que siempre voy con el morro torcido. No me gusta seguir la corriente que dictan los poderes sociales, y aún menos me gusta su ambiente.

Tras tomar un café y probar un croissant y una especie de hojaldre de Kinder bueno, mis temores se han cumplido: estaba bien, pero sin más. Me quedo con la panadería de Julia en Alcampell o con Puyet en Graus. Y más tras pagar los más de 12 € por dos cortados y las dos piezas de repostería.

Comida mirando el reloj

Comida en E.Leclerc de Oloron
Comida en E.Leclerc de Oloron

Después del segundo desayuno en Huesca, hemos puesto rumbo a Oloron-Sainte-Marie echando cálculos para llegar a comer a tiempo —ya sabes, cuando los franceses terminan de comer, empiezan los españoles—.

No lo hemos pesado demasiado y hemos ido directamente a comer al restaurante de E.Leclerc. Ya hemos comido allí varias veces y nos gusta bastante. No hay una gran variedad de comida, pero sí calidad a muy buen precio: hamburguesa completa —con carne sabrosa de calidad—, barra libre de varios tipos de guarnición —patatas fritas, pasta, verduras, etc.— y salsas y agua gratis por 8,90 €.

Después de comer, como es tradición, hemos echado un vistazo en el supermercado a ver qué había. Como no podía ser de otra manera, estaba todo lleno de conejos y huevos de Pascua a nivel Dios. Los franceses en Semana Santa celebran, sobre todo, la Pascua.

Chambres d’hôtes

Habitación de Chalbonia
Habitación de Chalbonia

Una vez hechas las compras —algunas algo innecesarias, pero al menos hemos comprado algo para cenar—, ahora sí hemos puesto rumbo al alojamiento.

Cuando viajamos por el sur de Francia nos encanta alojarnos en las chambres d’hôtes —se podría traducir como casas de huéspedes—. Nos encantan porque suelen ser —al menos las que siempre elegimos— casas con historia, con personalidad. Alojarte en ellas te da la oportunidad de dormir en sitios que de otra forma solo ves desde afuera y muchas veces te preguntas: ¿cómo será por dentro?

Después de un pequeño atasco de ovejas en la carretera, hemos llegado al alojamiento y, como siempre, acierto total. El alojamiento es un caserón vasco regentado por una mujer, su perro y dos o tres gatos. Tenemos aparcamiento privado y desayuno incluido —como en todas las chambres d’hôtes—. La habitación es bastante grande y muy acogedora. A ver qué tal se duerme, pero todo a punta que no irá mal la cosa.

Terminando el día

Después de descansar un poco, y aprovechando que hacía buena tarde, hemos ido a dar una pequeña vuelta para conocer el pueblo.

Louhossoa —Luhuso en euskera— es un simpático pequeño pueblo en la región histórica de Labort. Está a poco más de 100 metros de altura y está rodeado de pequeñas montañas.

Nada más salir ya nos hemos encontrado la primera escena auténticamente vasca: un partido en el frontón. Hemos paseado un poco más por un camino al lado del La mouline —el río que atraviesa el pueblo—, hemos conocido la iglesia de «Notre dame de l’assomption», y poco más, que el sol ya se iba.

Una vez ya en el alojamiento hemos cenado y a dormir, que mañana habrá tela que cortar.

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