5 de diciembre de 2023. Hoy ha sido todo un hito en mi casi inexistente experiencia en viajes en barco. Hemos ido a Helsinki desde Tallín en el barco más grande en el que he ido nunca.
El barco salía a las 7:30 de la terminal D. Aunque la terminal estaba a poco más de veinte minutos andando desde el hotel, hemos decidido ir en Uber por comodidad. En apenas cinco minutos hemos llegado a la puerta de la terminal.
Barco de Tallin a Helsinki
Aunque cuando hice la reserva del pasaje ya sabía que era prácticamente como un barco de cruceros en pequeño, al entrar en el barco me ha parecido impresionante y, sobre todo, muy elegante —diseño nórdico—. El barco disponía de varios cafés, un buffet, un centro comercial, varios restaurantes, ¡un Burger King!, una zona de juegos para niños, etc. Lo dicho, impresionante.
Como hemos salido tan pronto del hotel, no hemos desayunado pensado en hacerlo en el barco. Así lo hemos hecho. Hemos pillado un par de sillones y hemos comprado un par de cafés y un bollito de canela —¡cómo los voy a echar de menos!—.
El sistema de pago de la máquina de café evidencia la educación cívica de estos países: tú tienes la máquina de pago al lado de la máquina de café pero, en realidad, confían en que pagues, ya que la máquina funciona pagues o no y hayas comprado el producto seleccionado o no.
A una velocidad constante de unos 40 km/h hemos ido avanzando por el golfo de Finlandia. Como teníamos dos horas de viaje, después de desayunar, hemos ido a descubrir un poco el barco.
La primera parte a la que hemos ido ha sido al centro comercial en la cubierta 8. Tenía dos plantas y había de todo: cosmética, ropa, comida, juguetes, etc. Desde la cubierta 7 —planta baja del centro comercial— hemos subido a la cubierta 9 con el ascensor para ver el Burger King. Después hemos cogido de nuevo el ascensor para ir a la cubierta 10 y ver la zona de habitaciones. Finalmente hemos salido a la parte exterior en la popa. Desde el exterior hemos bajado de nuevo a la cubierta 9 por las escaleras a una zona que llaman jardín y ya, en esa misma cubierta, hemos visto el resto de restaurantes y bares: Sea pub, Nordic bar, Fast lane, The chef’s kitchen y el Delight buffet.
Hemos terminado el viaje en la cubierta 9 pero hemos tenido que bajar a la 8 para desembarcar. Helsinki nos ha recibido con -12 °C y una sensación térmica de -18 °C.
Recorrido por Helsinki
De nuevo hemos optado por hacer un free tour aunque esta vez en español.
El recorrido empezaba a las 10:30 y, la verdad, es que ha ido todo casi milimetrado: entre desembarcar y coger el tranvía al centro, hemos llegado al punto de encuentro con tan solo unos minutos de tiempo de adelanto. Aun así, como casi siempre, hemos sido de los primeros en llegar.
Al hacer el check-in, el guía nos ha regalado un reflectante para llevar colgado. Es algo que ya habíamos observado en Tallin: resulta que como hay tan pocas horas de sol en invierno, los finlandeses y estonios suelen llevar reflectantes en la parte derecha del cuerpo para ser vistos más fácilmente —sobre todo por los coches—.
Mientras esperábamos a que llegasen el resto de personas, y por recomendación del guía, hemos ido a ver el interior de la catedral luterana de Helsinki.
Ya con todos los integrantes del grupo, hemos comenzado el recorrido por Helsinki de unas dos horas de duración. Hemos visto los puntos más importantes de la ciudad —la catedral ortodoxa Uspenski, la plaza del mercado, el Esplanadi, etc.— aunque, como es lógico, se llega hasta donde se llega. Lo mejor de estos recorridos es que los guías, siempre abiertos a cualquier pregunta, son personas que viven en la ciudad y que pueden dar una visión de la sociedad que de otra forma te perderías.
Hora de comer
El recorrido ha terminado dentro del edificio de la KPMG, en frente de la flamante —y orgullo de los finlandeses— biblioteca pública Oodi.
Aprovechando que había cafetería-restaurante dentro de la Oodi, no lo hemos pensado dos veces y hemos decidido comer allí. Todo un acierto. La verdad es que los restaurantes de los museos, bibliotecas, librerías, etc. rara vez defraudan.
Como nos habían hablado tan bien de la biblioteca, después de comer, nos hemos dado una vuelta por ella.
Es increíble el ambiente que se vive allí dentro. Los servicios públicos —con unas tarifas ridículas— que ofrecen fueron consensuados entre los ciudadanos, dando como resultado un centro donde puedes hacer uso de cosas tan dispares como máquinas de coser, impresoras 3D o videoconsolas de última generación. Además, por supuesto, está el servicio tradicional de cualquier biblioteca.
Cuando ya nos íbamos, nos hemos topado con la celebración del 5° aniversario de la biblioteca y nos han regalado una taza y un caramelo y nos han invitado a café y tarta. Todo de diez. No he podido evitar felicitarles por tan magno centro que han creado. Envidia sana en estado puro.
De nuevo salimos al congelador a la calle
No sin sentirlo mucho, hemos salido de la Oodi y nos hemos echado a la calle. La sensación más parecida a eso es como cuando uno entra en una cámara frigorífica industrial.
El sol ya empezaba a ocultarse, así que hemos cambiado al plan de interiores: un kiosko donde me he comprado un periódico finlandés para mi colección de periódicos extranjeros, visita a la tienda de Moomins, a un par de librerías —no he encontrado ningún libro de finlandés— y a un supermercado. Con ya cierto cansancio en las piernas hemos parado en una cafetería —más con ganas de descansar que de tomar algo— y nos hemos tomado un café y un bollito de canela.
Poco a poco se ha ido haciendo el tiempo de empezar a pensar en ir hacia la terminal 2 del puerto, pero antes hemos ido a visitar el mercadillo navideño de la plaza del senado.
Era un mercadillo bastante más grande que el de Tallin y con mucha más variedad. Algo que me ha llamado la atención es que el alcohol apenas tenía presencia, no como en Tallin que casi en cada puesto tenías vino caliente —aunque es cierto que también había opción de vino caliente sin alcohol—.
Ya se ha hecho la hora de coger el tranvía en dirección al puerto, así que, como no había máquina para sacar los billetes como esta mañana, hemos descargado la aplicación del transporte público de Helsinki y arreglado —hemos tenido que usar una VPN porque sin estar en red finlandesa no me dejaba comprar en la aplicación—.
Barco de Helsinki a Tallin
Como por la mañana, el embarque ha sido bastante rápido y hemos salido con casi un cuarto de hora de adelanto.
Nada más subir al barco, hemos ido al restaurante que más nos ha gustado esta mañana y nos hemos comprado la cena. Aunque ya lo he comentado antes, parece mentira que estuviéramos en un barco en mitad del golfo de Finlandia cenando tan plácidamente.
El resto de la travesía se ha pasado entre escribir, leer y conversar.
Llegada a Tallin
Hemos llegado a Tallin con una sorpresa: hacía más frío que en Helsinki cuando nos hemos ido —había -11 °C y sensación de -17 °C—.
Tampoco es que tuviéramos ganas —ni intención— de volver andando al hotel, pero el frío nos ha ayudado a tomar la decisión de pillar un Uber e ir directos al hotel hasta mañana.